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La efímera vida de la libertad de expresión en Internet

Shock del sábado. Estoy consultando cierta información en la Wikipedia, observo una falta de ortografía, doy a «editar» para corregirla y… me topo con esto.

Este es el resultado del asunto Scorpions que ha llegado a la prensa esta semana. Resulta que los ¿moralistas? de la internet watch foundation han decidido que no les gusta la portada del disco «virgin killer» de Scorpions, y muy ¿consecuentemente? han incluido toda la Wikipedia en la lista negra de sitios de pederastia para el Reino Unido.

Una cosa es saber que los bloqueos son posibles. Que se dan en Cuba, en China, en Irán. Más fuerte es saber que el Estado español, a través de la LISI, se reserva el derecho de censurar si «puede haber impacto malo para la economía».

Pero ir a borrar una simple «s» en un artículo sobre historia naval china y ver que no te dejan… eso pone los pelos de punta.

Si algo gordo pasa de verdad en el mundo… no contéis con Internet para ningún tipo de organización.

UK: Rate your mate, acusa a tus amigos


El otro día iba caminando por el college y me llamó la atención un panfleto de colores abeja maya y con un texto llamativo: derrapes con el freno de mano. Yo los inventé.

Se trata de la iniciativa británica «rate your mate», que resultará familiar, versión 2008, a los que hayan leído 1984. Se trata de un programa para que los jóvenes puedan denunciar a sus amigos que conducen mal, o que lo hacen borrachos. Es una cosa muy dospuntocerista: te das de alta en la Web r8urm8.com (nada críptico por estos lares: es como se escribiría en SMS británico «rate your mate»), buscas a tus amigos, y a partir de ahí les das nota sobre cómo se comportan al volante. Si todo va bien, prometen premios y descuentos en el seguro. Si los amigos te dan malos reportes, solamente avisan que «tus amigos te dejarán muy solo». Lo que hagan realmente las autoridades con esos datos… solamente ellos lo saben. Mi apuesta: van a ganar un dinero con ese fichero de «conductores penosos» por el cual las compañías de seguros seguro que se rascarán el bolsillo.

El problema de los borrachos al volante, así como el de los jovencitos que no son conscientes de que un «game over» al volante es un «game over» de verdad, es muy serio. Pero ¿es la solución crear un procedimiento para acusar pública y anónimamente a tus amigos?

Se filtra la lista de afiliados al partido de extrema derecha británico

Esta semana han habido dos noticias relacionadas con privacidad en el Reino Unido. La primera, que se filtró a la prensa una lista de 10.000 afiliados al British National Party, el partido de extrema derecha y xenófobo británico. Ante esto tengo sentimientos encontrados, porque esa gente no merece ningún respeto para mí, pero sí es cierto que por el hecho de expresar una tendencia política lícita (aunque muy, muy enferma y bordeando la legalidad en sus expresiones – de sus intenciones no hablo) ahora se sienten vulnerables, acosados y con peligro de perder sus puestos de trabajo. Dura lex sed lex, dirían los abogados: la ley es dura pero es la ley. Mi corazón dice «¡bien! que se jodan esos cabrones», pero eso no es lo que toca defender.

La segunda la escuché en la radio y obviamente no tengo un link. Se trata de un señor que se tomó un sickie (llamó al trabajo para decir que estaba enfermo y no podía ir a trabajar) y se fue de fiesta en lugar de reposar. Le tomaron una foto y lo taggearon en Facebook (es decir, alguien publicó una foto donde él salía y asignaron su nombre a su cabecita en la foto, acción que luego apareció en su perfil como «fulanito te taggeó» en esta foto tomada tal día. Lo peor es que su jefe se enteró. Resultado «oficial»: una reprimenda. Resultado «real»: no creo que tarden mucho en regalarle una P45 (hoja de despido)…

Hay personas que insisten en que la privacidad ya no existe. Hay otras personas que abogan por un «si me vas a espiar, te doy yo los datos antes y así me río de la autoridad«. Ambas actitudes llevan de cabeza… a que el derecho a la privacidad de verdad desaparezca, lo cual en lo personal aboca a que a la mínima… te den en mano una P45.

Subcontrata del gobierno británico pierde llave USB con nombres de usuario y claves de su sistema Gateway

Un empleado de Atos Origin, una multinacional de servicios informáticos, ha perdido una llave USB que contiene nombres de usuario y claves de acceso al sistema Gateway, el que da acceso a los ciudadanos a la administración electrónica. La llave se ha encontrado en el estacionamiento de un pub. En la radio llevan toda la mañana calmando a la población, asegurando (¿?) que sus datos personales no se han comprometido. Todo se va a arreglar sirviendo en bandeja la cabeza del empleado que perdió la llave. ¿O no?

Es una de esas ocasiones en que un gobierno va a perder una batalla de esas de hervir una rana a fuego lento debido a su incompetencia. Les hubiese sido tan sencillo introducir el documento de identidad nacional con la excusa de la seguridad… si no hubiesen sido tan inútiles en la gestión de datos confidenciales, se pusiesen como se pusiesen los de No2ID, a la gente le hubiese dado igual que les diesen carnet.

Perder tanto dato personal ha sido poner el fuego bien fuerte y la rana se ha dado cuenta a tiempo de que algo va mal…

La noticia original, en La Vanguardia.

M’han robao debajo de una cámara ;)

Viernes por la tarde. Aparcamos las bicis en el rack de bicis, justo debajo de una cámara de videovigilancia y a dos metros escasos del vigilante de seguridad que controlaba la entrada al recinto a donde acudimos.

Dos horas más tarde. Volvemos a las bicis. Como buenas latinas que somos, hemos «megaencadenao» nuestras bicis al rack, hasta tenemos los asientos encadenados al marco de la bici. ¡Y menos mal! Porque incluso con videovigilancia y con agente se seguridad nos han intentado robar las bicis. Supongo que al encontrar los asientos bien fijados al marco (algo no muy común por estas latitudes), los choricillos de medio pelo se han debido de enfadar, porque ¡¡¡nos han robado el tornillo y las tuercas del regulador de altura de los sillines!!! ¡¡¡Hay que ser gilipollas!!!

Sigue siendo cierto que la videovigilancia no vale para nada (si eres un ciudadano y te preocupas de tu seguridad, claro) y que los seguratas de la puerta, tampoco. Cuando les fui a avisar de que allá estaban actuando ladrones de bicis, la respuesta fue: nosotros vigilamos lo de dentro, no lo de fuera.

¡¡Viva el escaqueo!!

Pero sobre todo:

¡¡¡¡¡¡Vivan los candados de bicicleta!!!!!

La privacidad y el sentido común

Cojo el teléfono y llamo el número que un proveedor me ha dado para nuestra persona de contacto:

– Hola, ¿está Fiona, por favor?

– No, este es el teléfono de John, lo siento.

– Vaya, me han dado este número de teléfono para hablar con Fiona. Quería hablar con ella sobre un pedido que queremos hacer…

– Mira, por la «Data Protection Act» no se me permite darte su teléfono… pero sí te puedo decir que si cambias el último número que has marcado ahora por un siete, podrás hablar con ella.

– Oh, ¡gracias!

¿Os parece criticable este enfoque práctico, de sentido común, seguido por John? 🙂

El fin del estado del bienestar, o la venganza del refrán más egoísta

Escenas habituales en la vida en Inglaterra.

A bordo de un avión:

“Señores pasajeros, a continuación los tripulantes de cabina pasarán a recoger sus donaciones para “Cacharritas Way”, la “charity” que proporciona ayuda y alimentos a los “cacharritas”. Por favor sea generoso.”

En el correo electrónico de una empresa cualquiera:

“Estos son los finalistas de la competición “excelencia en la recogida de fondos para obras benéficas”. Felicidades a nuestros compañeros Pepita, Fulanito y Menganita por haber conseguido recaudar XXXX libras”.

Caminando por la calle principal de cualquier pueblo:

“Ya no quedan tiendas de verdad, todo son los establecimientos de recogida de trastos y venta de artículos de segunda mano de la British Heart Foundation, Cancer Research Trust, Friends of the Animals, Alzheimer Research Fund…”

Otra vez en la oficina:

“Mi primo va a hacer Bunjee Jumping en Isla Reunión para recaudar fondos para la obra benéfica “tal y cual”, ¿querrías contribuir a la causa? Tiene que recaudar 2000 libras como mínimo”.

Al volver al Reino Unido tras unos años de ausencia me he dado cuenta que esta locura excéntrica y hasta simpática que se empezaba a extender a finales del siglo pasado se les ha ido de las manos. Si no cooperas generosamente en el avión te miran mal por insolidario. Si no apoyas económicamente con la causa de las hermanitas cojas de Gales por las cual el primo de tu compañera de trabajo se va (“por el morro”, piensa la latina que soy) de vacaciones exóticas y aventureras eres un tacaño.  Me parece muy bien salir a correr 5 kilómetros vestida de rosa para apoyar la lucha contra el cáncer de mama… ¿pero algo tan serio como eso no amerita una línea de financiación más estable y precedible que la buena voluntad de los ciudadanos?

El problema no es que te miren mal si no cooperas. El problema es que la cosa va mucho más allá. Las “charities” han servido de excusa/apoyo perfecto para recortes sociales que son incomprensibles en otras latitudes. Servicios que claramente deberían ser proporcionados por el Estado (del bienestar) tienen que recurrir a las malditas “charities” u “obras de beneficiencia” para seguir funcionando. Ejemplos:  El servicio de ambulancias sufre un recorte de gastos tal que si no fuera por la “charity” que la apoya, no podría dar servicio en todo el país 24×7. Y lo mismo ocurre con ¡¡¡el servicio civil de guardacostas!!!

Esto de las “charities” me revienta también porque tiene en realidad tres objetivos claros: 1. Servir de herramienta para limpiar la conciencia de los ricachones atrincherados en sus barrios residenciales que llevarían su Mercedes (o más caro) al túnel de lavado si “un pobre” le tocase la carrocería, 2. Es un negocio alucinante para emprendedores que ven que disfrutan de más beneficios fiscales a través de una “charity” que si montan un negocio y se dedican a trabajar de verdad. La cosa es fácil: montas la “charity”, te pones como empleado a sueldo, tu sueldo es un pastón, y los beneficios de la “charity” (una vez descontado tu sueldo, claro está) los donas generosamente a las viudas de Croacia o la investigación sobre el pulgón de las rosas (lo que, según las noticias en la tele y la fibra sensible del momento, más recaudación te garantice). Y 3. Consigues desgravación por el dinero que das a una “charity”. No puedo llamar a esto blanqueo de dinero, pero sí evasión fiscal con todas las letras.

Es una locura. Me acabo de conectar a Charity Choice y una búsqueda de todas las “charities” del Reino Unido proporciona un resultado de ¡¡11.935 registros!! ¡¡Casi doce mil chiringuitos recaudando fondos para casi doce mil causas distintas!!

Me revienta más todavía porque el efecto secundario (externalización negativa) es que a los gobernantes se les abre el cielo en esto del desmantelamiento del Estado del bienestar. Recortes à go-go,  y que los que conducen ambulancias inviertan su precioso tiempo vendiendo lacitos azules a tres libras para completar el presupuesto anual.

Otro ejemplo real… el 7 de diciembre correré una 5k en Liverpool, vestida de Santa Claus , para recaudar fondos para el perro-guía que apadrina mi empresa. Me pido el polvo antipulgas.

Me parece una ironía, es la venganza del refrán más egoísta que conozco: “charity begins at home” (la caridad empieza en casa). Pues toma caridad casera, que se ha convertido en un cáncer que está acabando con la protección que el Estado supuestamente ha de prestar a sus ciudadanos. Solo falta un “credit crunch”, una crisis, para que la gente deje de hacer donaciones y ¡a tomar por saco la investigación contra el cáncer! O el pienso del perro-guía…

Liverpool: lecciones sobre el neoliberalismo

Me permito postear un artículo que escribí para el periódico El Azotador hace un par de años y que me parece relevante ahora que estamos discutiendo el desmantelamiento del estado del bienestar.

Liverpool, la famosísima cuna de los Beatles, cumplirá 800 años de existencia en 2007. Difícilmente se puede encontrar en el mundo una ciudad con una historia tan agitada en los últimos 100 años: de ser la joya de la corona del imperio británico solamente superada por la capital, Londres, pasó a símbolo de la depresión económica y el desempleo en la segunda mitad del siglo XX.

Desde su fundación en el estuario del río Mersey, Liverpool ha sido una ubicación ideal para un puerto de altura debido a la profundidad y amplitud de su brazo de mar. Es por eso que a principios del siglo XX, la época dorada del imperio británico, por el puerto de Liverpool pasaba el ¡cuarenta por ciento! de las mercancías de todo el mundo, y la gran mayoría de los europeos que emigraron hacia el continente americano y Australia en las primeras tres décadas de dicho siglo lo hicieron partiendo de este mismo pueblo. No solamente del comercio y el transporte marítimo vivía la ciudad. La Revolución industrial se forjó en esta zona de Inglaterra, y tanto Manchester como Liverpool eran núcleos de producción muy importantes que daban empleo a decenas de miles de personas. La riqueza de la ciudad era fabulosa, y hoy en día lo podemos comprobar admirando los bellos edificios públicos de la época, que se pueden encontrar aquí y allá en el frente marítimo y en el centro de la ciudad. Es increíble que un área tan castigada por los bombardeos aéreos en la II Guerra Mundial siga conservando tal cantidad de edificios históricos.

En los años 60, mientras todos estábamos entusiasmados con la música de los Beatles, la economía de Liverpool entró en una espiral descendente. Las tradicionales fábricas textiles comenzaron a sufrir la presión de la competencia internacional. El puerto entró en decadencia en la década de los 70 y la puntilla la dio la primera ministra Margaret Thatcher, precursora del neoliberalismo junto a Ronald Reagan en los años 80, que acabó con la industria pesada y la minería del norte de Inglaterra, reprimió con mano de hierro los movimientos sindicales (hasta la fecha los sindicatos están prohibidos en el Reino Unido), y dejó buena parte del país sumida en una depresión económica y con unas tasas de desempleo inasumibles para esas regiones.

La regla de oro de la teoría neoliberal aplicada por la señora Thatcher, llamada “economía que se propaga hacia abajo”, decía que aunque primero pareciese que se beneficiaba solamente a los ricos, al cabo de poco tiempo los efectos benignos del neoliberalismo llegarían también a las clases pobres. Si quieren comprobar con sus propios ojos lo erróneo de esta regla, no tienen más que darse una vuelta por Liverpool. Estos beneficios no llegaron a la ciudad en los 20 años transcurridos desde que el neoliberalismo la sumió en la depresión. El estado de las casas, de su patrimonio histórico y cultural y de sus infraestructuras sigue mostrando todos estos años de abandono, cuando los únicos que se beneficiaban de las acciones económicas de los gobiernos de derechas en el Reino Unido eran las personas ricas y las regiones en que habitaban.

No es hasta hace pocos años que tanto Liverpool como las zonas deprimidas del Reino Unido, han empezado a recibir las ayudas que la Unión Europea concede a sus regiones menos beneficiadas. El cambio es evidente: una buena parte de los barrios históricos están en plena remodelación, el servicio de transporte público se ve que apenas se reestructuró y renovó, y la ciudad espera con ilusión que comience el 2008, año en que ejercerá como “capital europea de la cultura”.

Así es Liverpool. Una ciudad cuyos habitantes tienen por lema “nunca estarás solo” y que pese a la adversidad han logrado sobrevivir  gracias a su espíritu hospitalario, colaborador y solidario. Una ciudad que resulta ser la clase de historia perfecta para rebatir a los que desde la derecha nos quieren convencer que la única esperanza para sacar de la pobreza a las clases y las zonas más desfavorecidas del mundo es mediante la aplicación de políticas neoliberales. Liverpool nos demuestra que en la práctica ese camino no lleva a ninguna parte. La riqueza no “se propaga hacia abajo”. La pobreza y la precariedad, sí.