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Irlanda cancela su proyecto de voto electrónico

Schneier nos informa que Irlanda se quita de encima su proyecto de voto electrónico.

Son buenas noticias. Como hemos explicado aquí en varias ocasiones, el único método de recogida del sufragio que garantiza lo que se indica en el artículo 21 de la declaración universal de los derechos humanos es el de voto en sobre cerrado depositado físicamente en una urna. No hay beneficio que pueda compensar la pérdida de los derechos básicos y fundamentales.

El voto electrónico: ¿avance o retroceso para la democracia?

Artículo publicado en la edición del 15 de marzo de 2008 de «El Azotador de Xochimilco».

En la anterior edición de El Azotador les hablamos de la historia de la democracia y de cómo, pese a estar muy lejos de la perfección, no ha habido mejor sistema político hasta el momento, ya que ha sido el único que ha tenido en alguna consideración el bienestar general de la población. Después les explicamos que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos se reconoce el derecho de los ciudadanos a participar en su gobierno, ya sea directamente o participando en la elección de los gobernantes, y que en esa elección el voto ha de ser libre y secreto, es decir, cada ciudadano debe poder escoger su opción sin sufrir presiones ni temer represalias.

Explicamos que el método de voto actual se adapta bastante bien a los requerimientos expresados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al permitir al votante emitir su voto en secreto y a introducir él mismo su voto en la urna. Se garantiza que el recuento en la caseta es correcto gracias a la presencia de observadores externos e interventores de cada uno de los partidos. Se sabe que hay irregularidades en ciertas casetas, pero argumentamos que para tener un efecto en el resultado final, deberían ser tantas esas irregularidades que no podrían pasar inadvertidas. Le dimos cifras al lector para que viera cuántos votos habría que manipular para cambiar siquiera el resultado de una elección en el 1%: si el censo electoral consta de 10 millones de personas, se tendrían que manipular 100.000 votos. Se trata de un sistema de emisión de voto bastante seguro y que permite,  en caso de que sea necesario, comprobar el resultado, ya que mientras no se destruyan las boletas, es factible realizar un recuento de todos los votos en todas las casillas.

Invitamos al lector a comparar esto con un sistema de voto electrónico o por computadora. ¿Cómo se puede garantizar que si un ciudadano escoge la opción A, la máquina no va a registrar la opción B?

Más que hablar de voto electrónico, manejemos el término más amplio de voto multicanal. El único modo de votar en México es acudiendo a una caseta. Eso sería un canal. El segundo canal abierto para los mexicanos residentes en el extranjero es el voto por correo, estrenado para las elecciones presidenciales del 2006. Ese es otro canal. En la actualidad, políticos de todo el mundo están intentando ampliar el número de canales estableciendo nuevos mecanismos de voto. Algunos ejemplos son el voto desde el teléfono celular, las máquinas de votar electrónicas instaladas en las casetas electorales, y el voto por Internet.

Hay que preguntarse por qué, si el sistema actual es sencillo y eficaz, hay necesidad de añadir esos canales nuevos. Nos dan varias razones: para abaratar el proceso electoral. Para que la gente vote más. Para dar la impresión de ser un país moderno que sabe manejar las nuevas tecnologías. Pero sobre todo, dicen que va a servir para evitar fraudes ya que esos nuevos canales limitarán la intervención humana. Veamos qué hay de cierto en esas afirmaciones.

Desde que surgieron con éxito los concursos televisivos que requieren que el espectador “vote” o “nomine” a los participantes del programa, se dice que en el Reino Unido, más gente vota en “Gran Hermano” que en las elecciones nacionales. Dicen que la diferencia es que para participar en las elecciones hay que desplazarse hasta la caseta, mientras que para votar a tu concursante favorito solo tienes que pulsar unas cuantas teclas en tu celular. Argumentar esto es demagógico. En primer lugar, comparar el decidir quién sigue concursando en un programa de la tele (asunto sin ningún tipo de importancia) con el expresar tu derecho a escoger a las personas que van a gobernar tu país es una auténtica frivolidad. En segundo lugar, intentar que se incremente la participación ciudadana en las elecciones haciéndoles más cómodo el ir a votar, es confundir las razones para la abstención. Excepto en casos muy contados, la gente se abstiene porque ha perdido la confianza en los políticos y la ilusión por la democracia o porque no ha comprendido la importancia del asunto, pero no por la incomodidad de acudir a la caseta, sobre todo en países de climas benignos como México o España. Y en tercer lugar, esta afirmación es falsa: en la edición de 2005 de la versión británica de “La Academia” el número de votos emitidos fue de 8.500.000, mientras que en las elecciones generales de ese mismo año los electores que acudieron a votar fueron más de 27 millones.

La razón del coste es totalmente ridícula: la única manera en que se reducirían costes sería si se pudiese evitar ese gran reto logístico que supone montar casetas electorales por todo el país, dejando solamente abiertos los canales que permiten el voto a distancia, es decir, el voto por Internet y por celular. Eso hoy por hoy no es factible, ya que ni en México, ni en ningún país del mundo, se puede garantizar que absolutamente todos los ciudadanos son capaces de manejarse con esos medios telemáticos de manera tan avanzada como para ejercer el voto a través de ellos. Recuerden que el voto ha de ser libre y secreto. Alguien con dificultades para utilizar herramientas tecnológicas dependería de terceras personas que le ayudaran a emitir su voto, y en ese caso no sería secreto, y probablemente tampoco libre: sea por coacción, por gratitud o porque le engañan, ese ciudadano acabaría votando lo que le dijese quien le está ayudando. Y si hay que montar máquinas de voto electrónico en todas las casetas, pues imagínense el gasto. Si hoy en las escuelas solamente hay que sacar las urnas y las cabinas que han guardado polvo durante seis años, esté seguro que la máquina de voto electrónico habrá que comprarla nueva cada vez. Esta es una de las claves de por qué insistir en voto electrónico: para que ciertas empresas se lleven unos jugosos contratos a costa del erario público.

Todavía no hemos enumerado las áreas que más problemas plantea este asunto del voto electrónico, aunque hemos mencionado el primero: el votante no puede estar seguro de que su voto no está siendo manipulado (conscientemente o debido a un “error informático”) por el sistema. Si en las democracias actuales ya hay un alto nivel de apatía entre los votantes y poca confianza en los políticos, imagínense qué pasaría si ni siquiera se pudiese emitir el voto y salir de la caseta con la seguridad de que al menos en esa urna está nuestro voto.  El segundo problema, también muy importante, es que nadie nos puede asegurar que el sistema no está guardando  nuestro nombre (o número de credencial de elector) junto con nuestro voto. Esto acaba con el secreto de voto y cabe recordar que en muchos países que se hacen llamar democracias, como Rusia, han acabado en la cárcel o incluso han llegado a desaparecer personas con  base en su apoyo a partidos de la oposición. En un ambiente de ese estilo, las personas contrarias al partido en el poder no votarían libremente. Y el tercer problema es que si votamos por Internet o por mensaje de celular no queda constancia física del voto emitido. En caso de que se diera un problema con el sistema central de conteo (y no sería la primera vez que pasa en México) sería imposible volver a realizar el recuento. En el mejor de los casos los comicios se deberían repetir, y es un proceso logísticamente complicado y costoso económicamente.

No obstante, el voto electrónico está pisando fuerte en el mundo. Hay lugares donde se llevan varios años utilizando máquinas de voto, como en Estados Unidos. Es precisamente en el vecino país del norte que más se dieron a conocer los problemas de fiabilidad de estos sistemas, al provocar en el año 2000 que ganase George W. Bush las elecciones debido a una “mala calibración” de las máquinas de voto electrónico (o según malas lenguas, una manipulación totalmente intencionada por parte del fabricante) en los colegios electorales de Florida. Brasil va a tener el dudoso honor de ser el primer país del mundo que celebra elecciones 100% electrónicas. Aunque sus sistemas han sido desarrollados íntegramente en Brasil y proporcionan cierta garantía de transparencia, éstos no proporcionan al votante un resguardo del voto emitido, por lo que resultaría imposible realizar un recuento manual en caso de sospecha de manipulación del conteo automatizado. Bélgica y Estonia son otros países donde las pruebas del sistema están muy avanzadas. Y prácticamente todos los países, presionados por las empresas proveedoras, están considerando el tema.

Por supuesto, a excepción quizás de Brasil, cuyos sistemas han sido creados con código abierto y por lo tanto auditables por ciudadanos con conocimientos informáticos avanzados, ningún gobierno se preocupa del recelo que los electores puedan tener hacia un sistema de este estilo. Parecen demasiado emocionados ante un contrato tan jugoso para sus socios tecnológicos, y ante la capacidad de poder modificar a voluntad el voto e incluso poder obtener listados de simpatizantes y detractores de su partido.  Y por supuesto, cuando se ponen a defender las bondades del sistema de voto electrónico, ninguno menciona el derecho a voto libre y secreto que estipula la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Finlandia: el gobierno niega a un ciudadano el derecho a estudiar el sistema de voto electrónico

En el anterior número de EDRI-Gram, la publicación periódica de EDRI, leimos que un ciudadano finés pidió documentación al ministerio de justicia sobre el sistema de voto electrónico que el gobierno de dicho país va a utilizar en las elecciones municipales de 2008.

La respuesta del ministerio, ¿cuál ha sido? Obviamente se han negado a proporcionar dicha información. ¿Las razones esgrimidas? Por un lado «para no comprometer la seguridad del sistema» y por el otro, «para proteger la propiedad intelectual» de la empresa que proporciona el sistema, la española Scytl.

¿A qué se enfrenta el ciudadano finés cuando acuda a votar y decida usar ese sistema de voto electrónico? Pues a lo que digo yo una y otra vez. Que no hay manera para ese ciudadano de saber que aunque escoja A, la máquina no va a marcar B. Así como no tiene manera de saber si su voto se va a registrar conjuntamente con su número de votante, violando así su derecho al voto secreto.

Que no te engañen con titulares como «el voto electrónico habría salvado un bosque de 22.000 árboles«. Eso es demagogia pura y dura. Chantaje emocional. ¿Quién se atreve a oponerse a la tala de árboles en nombre de no-sé-qué Declaración Universal de los Derechos Humanos y el derecho al voto libre, secreto y sin manipulación allá contemplado?

Actualización: He creado una página en la vigipedia para registrar los artículos demagógicos sobre voto electrónico que vayan saliendo en prensa. Pido ayuda. Si os encontráis con alguno, por favor avisad, o incluso mejor, actualizad el wiki vosotros mismos. Esta es la entrada: Voto electrónico.

Artículo en El Azotador: La democracia, en peligro

Publicado en el número del 1 de marzo de El Azotador de Xochimilco.

EL SISTEMA DEMOCRÁTICO, EN PELIGRO

Vivimos en democracias imperfectas, con sus problemas y sus vicios, pero, como dice el refrán, la cosa podría empeorar. Y esto es precisamente lo que nos tememos que está pasando en este arranque de siglo XXI: la democracia se está muriendo.

El voto es libre y secreto

Vale la pena repasar la historia para ponernos en antecedentes. La democracia nace hace apenas doscientos años, de la mano de la Revolución Francesa de 1789 y la Independencia de Estados Unidos en 1776. Anteriormente el sistema de poder era la monarquía absoluta, en la cual un grupo de potentados en torno a la figura de monarca ejercían un control despótico y total del pueblo, que se limitaba a vivir su vida como sirvientes o súbditos, sin acceso a la educación, ni a la cultura. Esta última estaba exclusivamente en manos de la iglesia ya que se transmitía de monje a monje en monasterios donde la actividad principal era mantener el legado cultural, los textos, copiándolos a mano en preciosas miniaturas. El pueblo, claro está, creaba su propios elementos culturales, bien sean basados en la experiencia o folklóricos, pero la ciencia y la filosofía solamente se conocían en el clero y en las cortes reales.

Se dice por ahí que la Revolución Francesa inició debido a una hambruna que asolaba al pueblo de París, pero ese hecho dramático no fue más que una anécdota, o la chispa que prendió el fuego. El verdadero combustible de la Revolución Francesa fue el movimiento conocido como Ilustración, que a su vez fue posible por el invento de la imprenta en 1439. Este invento de Johannes Gutenberg abarató y facilitó enormemente la transmisión de la cultura al poder imprimirse en serie los libros (¡comparen esto con copiar los libros a mano!). En el siglo XVI y XVII había que ser rico para poder tener libros, pero al menos el conocimiento dejó de ser exclusivo de los monjes. La Ilustración fue un movimiento de ricos comerciantes con acceso a la cultura que queriendo acabar con el dominio exclusivo de los reyes y los nobles, definieron y defendieron valores desconocidos hasta aquel momento como libertad, igualdad y fraternidad. El pueblo llano abrazó estos ideales y nada más les faltó una razón, en la forma de una mala cosecha, para culpar al monarca, armar la revolución y cambiar la historia para siempre.

¿Para siempre o solamente hasta el siglo XXI?

Decimos esto porque existen suficientes indicios para pensar que la democracia, el sistema político que en toda la historia de la humanidad más ha favorecido la mejora de las condiciones y estilo de vida de los ciudadanos en cuyos países se ha implantado “de verdad”, está siendo sustituida paulatinamente por “otra cosa”. De hecho, hay estudiosos que consideran que la democracia moderna no ha sido más que un espejismo de la historia, una gran excepción donde los derechos del conjunto han prevalecido sobre los del poderoso – o para ser más realistas, donde los derechos del conjunto han tenido alguna importancia. Así pues nos abocamos a una nueva época de totalitarismo, ya sea claramente como en las dictaduras, o disfrazado de “falsa democracia”. Una época en la cual los poderes fácticos se hacen con el poder y no hay mecanismo pacífico para arrancárselo de las manos. Igual que antes de la Revolución Francesa, igual que ocurre en todos los regímenes dictatoriales.

La democracia lleva años siendo maltratada y vapuleada. Políticos corruptos que traicionan al ciudadano y le hacen desconfiar del sistema. Empresas que crecen demasiado y adquieren demasiado poder (por ejemplo, los ingresos de Microsoft son superiores al Producto Interior Bruto de un país pequeño pero rico como Bélgica, por lo que su poder es al menos equivalente). O ya de plano organizaciones supranacionales cuyo funcionamiento no es democrático, como las Naciones Unidas, La Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Unión Europea, reciben traspaso de poderes de gobiernos nacionales que sí son elegidos democráticamente.

La última gota que colma el vaso, es la intención de acabar con el corazón de la democracia: ese derecho y deber que tantos siglos logró conseguir: votar a los que nos representan, escoger a los que nos van a gobernar.

Las bases de ese sistema las encontramos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su artículo 21 podemos leer que “toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos”, y además que “la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas, que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”. Esto significa que tenemos derecho a votar, y que nuestro voto ha de ser emitido en libertad: no debe ser coaccionado, y el votante no debe sufrir ningún tipo de represalia por su elección de voto.

Sabemos que el sistema electoral es imperfecto, y no solamente en México, sino en todo el mundo. Sabemos que se organizan tamalizas en los pueblos para captar el voto. En España, voluntarios del derechista Partido Popular llevan a los ancianos que así lo requieran a votar (el mayor problema de los ancianos en este país es la soledad, y por un poco de compañía bien están dispuestos a votar lo que sea). Sabemos que se da alguna irregularidad en alguna casilla. Pero estos incidentes son anecdóticos, no tienen efecto en el resultado de las elecciones cuando los votantes son decenas de millones. En realidad es muy raro que el resultado de unas elecciones sea tan ajustado que las irregularidades tengan un impacto en el resultado final: un escaso punto de diferencia entre dos candidatos cuando hay 10 millones de votantes, es una diferencia de 100.000 votos, un número muy grande de votos para ser conseguidos a base de “mapaches” o “carrouseles” que pasen desapercibidos a los observadores independientes. Recuerde el lector que en la ocasión que el resultado no fue el esperado por el poder en 1988, se hizo que “se cayera el sistema” y que los votos emitidos “se quemaran” para no poder hacer recuento. Así que se puede afirmar que el sistema actual de boleta que rellena el votante y urna cerrada donde se deposita, más la presencia de ciudadanos y observadores de todos los partidos en cada casilla, garantizan que la emisión de voto y el recuento en la casilla son en realidad muy fiables incluso si hay pequeñas irregularidades. Es en el recuento central donde realmente se puede dar el fraude, pero al ser un proceso centralizado, si hay voluntad para hacerlo es muy sencillo monitorizarlo y auditar los resultados obtenidos.

En este contexto aparece el llamado “voto electrónico”, que según las empresas y los gobiernos que lo quieren implementar, “acabará con las irregularidades en el proceso electoral”.

El voto electrónico en realidad solamente acabará con la única parte del proceso que es fiable en la actualidad: la emisión del voto por parte del ciudadano, que marca él mismo su opción en un papel, y lo deposita con sus propias manos en una urna cerrada.

Si sustituimos este proceso por la elección de la opción de voto sobre una computadora, ¿quién garantiza al votante que su voto no va a ser manipulado por el sistema informático, es decir, el votante escoge B pero el sistema marca A?

Les dejamos que reflexionen sobre este asunto. En el siguiente artículo les explicaremos cómo funciona en detalle el llamado “voto electrónico”, dónde se usa en la actualidad, y les detallaremos por qué es una mala idea que va a tener un impacto letal en la democracia.

Voto electrónico y la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Copio directamente de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Artículo 21

1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.

2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país.

3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas, que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.

Repasemos. Elecciones auténticas significa con conteo correcto, sin trampas. Sufragio universal e igual significa que nadie está excluido de participar. Voto secreto o equivalente que garantice la libertad del voto significa que nadie pueda ser perjudicado por el voto elegido, y en este mundo traidor la única manera de garantizarlo es logrando que nadie sepa lo que votas.

Insisto. Si los sistemas electorales no cumplen con estas normas básicas, la democracia se va a pique, se convierte (más todavía) en un circo, un mero espectáculo de Hillarys y Obamas y Zapateros y Rajoys recorriendo el país y diciéndola cada vez más gorda.

El voto electrónico – ¿tú qué opinas?

En mi anterior post hablaba de Indra y su afirmación de que «lo único que falta para poder hacer voto electrónico es cambiar la ley electoral». Mi contra-afirmación es que eso no es cierto ni de coña, porque todavía no se pueden garantizar cosas básicas para que la gente se fíe de un sistema de votaciones.

Hay personas que han estado en contra y me han argumentado que la tecnología está ahí. Yo insisto en que quizás en el plano teórico todo esté resuelto, pero que los de Indra van por otro lado, no van por garantizar «por teorema» que el voto es secreto y el conteo correcto ni están por la labor de abrir sus sistemas para que quien no se fíe, verifique que el sistema hace lo que los de Indra dicen, sino que van por la vía de conseguir jugosos contratos para gestionar procesos electorales e introducir sus sistemas de «voto multicanal». Y no nos olvidemos que ha habido casos sonoros de fraude gracias al voto electrónico, notablemente todas aquellas dudas en las elecciones de 2000 en EEUU, y no olvidemos que el fabricante de esas máquinas fraudulentas es uno de los mayores patrocinadores de la campaña electoral republicana.

(No olvidemos tampoco que todos y cada uno de los sistemas comerciales implantados ha sido crackeado.)

Y voy más allá. Dado el actual clima de confianza en el sistema político (comentario irónico, por supuesto), si ahora se establece el voto electrónico, del cual la gente obviamente no se fía, puesto que si me hacen phishing de las claves del banco esas que me aseguraban que son segurísimas, qué no hará el partido en el poder de turno para tergiversar el recuento electrónico, me temo que sería la gota que colma el vaso, no llegaríamos ni al 35% de personas que se acercaron a votar el famoso Estatut de Catalunya hace escaso año, de hecho prácticamente nadie iría a votar (¿para qué?) y efectivamente la democracia se iría a freír espárragos. Sé que es serio lo que estoy diciendo.

Necesito más opiniones. Esta es mi escueta lista de las cosas básicas que exijo a un sistema de voto. ¿Se os ocurren más?

a) El voto es secreto.
b) Nadie puede manipular el voto.
c) El recuento puede ser validado por observadores externos, inclusive permitiendo un recuento completo.

En cuanto tenga vuestro feedback, pongo de qué manera el sistema tradicional de la urna sellada + papeleta en sobre + ciudadanos y montón de interventores involucrados, garantiza esos tres puntos que menciono, y los que sugieran los lectores que quieran comentar. ¡Y a ver quién es el guapo que ofrece lo mismo en la versión electrónica del sufragio!

Ojito avizor: Indra achucha a favor del voto electrónico en España

Titular de El Mundo hoy, entrevista a Jesús Gil-Ortega, director de procesos electorales de Indra: «La única barrera para el voto electrónico, hoy por hoy, es la Ley Electoral».

Toca hablar de este tema con tus amigos, familiares, vecinos y compañeros de trabajo. Esa afirmación del señor Gil-Ortega es falsa. Hay varias cosas que un sistema de voto electrónico debe cumplir. Por ejemplo, por decir uno, debe garantizar que el voto es secreto. ¡¡No hay sistema de voto electrónico en la actualidad que lo garantice!! Así que la principal barrera no es la ley, la principal barrera es que la tecnología no está lista para garantizar derechos inalienables del votante, para garantizar que el resultado electoral no será tergiversado.