Hay algo de cachondeo en mi TL de Twitter sobre el nuevo anuncio de Amazon: Halo, un wearable que te dice si estás enfadado o si estás gordo (según titulares nacionales, The Verge da algo más de detalle aparte del chistecito).
Pasando esto en la semana que Elon Musk hace su presentación anual de los avances de Neuralink, y se dice, se cuenta, se rumorea que será una demo con humano.
De repente me he acordado de algo que escribimos por aquí hace muchos años (febrero de 2007 y enero de 2008 para ser más precisos) cuando Microsoft, el insensible, o sea, el anterior a Satya Nadella, compartió un concepto de ordenador que se pudiera armonizar con su propietario para proporcionarle información y tareas conforme a su estado de ánimo.
Es llamativa la reacción de rechazo que tales planteamientos generaban hace una década y pico. Ahora ya estamos habituados a que nos escuchen y vean constantemente, y hasta muchos estarían dispuestos a que les coloquen un «puerto» detrás de la oreja para facilitar la integración persona-máquina. Y es que prácticamente somos ciborgs, nuestro smartphone es un apéndice más. Ante una duda ¿acaso no piensan en cómo buscar la información en lugar de intentar recordarla?
Hace unos años tuve la «suerte» de ser invitada a una cena como clausura a un programa de formación para managers de la empresa que me emplea. Asistió a ella un VP miembro de «familia noble burguesa» de Barcelona. A la proletaria que escribe esto le acompañaban también «pececitos de idéntica cuna» a la del patricio ejecutivo.
En un momento dado empezaron a hablar de programas de MBA, y el VP descartó de un plumazo opciones como ESADE e IESE (las escuelas de negocios «buenas» de la Ciudad Condal) con el siguiente argumento:
Los MBAs son para hacer contactos. Hay que irse a la LSE, a Fontainebleau… porque para tratar con los (inserten aquí las marcas de cava más populares del mercado) tenemos otros ámbitos y actividades…
Escuché, callé, aprendí y vi nítidamente el techo de cristal, normalmente transparente, del nepotismo reinante en todas, repito todas las multinacionales del mundo.
Todo ello me lo ha recordado esta viñeta de El Roto en El País de hoy.
En un artículo en El Mundo. Ojo al número de ficheros de videovigilancia registrados… de 700 a 15.000 en un año.
Anteanoche me desperté gritando. Soñaba que cruzaba una frontera y me confiscaban el portátil, mi adorado portátil, porque decían que tenía “contenidos no legales”. ¡Me desperté a mi misma con un NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO que congelaba el aire!
Vía Enrique Dans leo que Hitachi ha sacado un chip RFID minúsculo… es un cuadradito de 0,15 mm de costado.
La tecnología es imparable (como decía Camacho). ¡Lo que falta es legislación que regule el uso de esta tecnología!
Con la Unión Europea no podemos contar… hace un par de años sacó una consulta popular sobre RFID. Miles de personas participamos… y este año van y la vuelven a sacar. Está claro, la vieja estratagema de preguntar hasta que la respuesta recibida sea «la correcta»…
Escuchen con atención, señores políticos y legisladores: ¡NO NOS GUSTA EL RFID INDISCRIMINADO!
Recuerdo como una amiga me explicaba la fusión de HP con Compaq en 2002. Ella trabajaba para la división de consultoría de HP y cuando vino la tal Carly Fiorina a hacer el anuncio, mi amiga se negó a brindar por la fusión, ya que se esperaba lo que pasó: montones de gente a engrosar las listas del paro, porque tras una fusión no «reciben» los ejecutivos, sino los curritos, que no han tenido la culpa de las nefastas decisiones de sus superiores que han acabado en una empresa débil y comprable.
Pues HP lo vuelve a hacer. Leo en El Mundo que acaban de anunciar que compran la también enorme empresa de informática EDS.
Leemos en MIT Technology Review que Japón se está planteando implantar una especie de canon similar al que quiere la SGAE aquí (y el gobierno se deja).
Tecnologías de la información y la comunicación, libertad individual, derecho a la privacidad. ¿Cómo lograr que los avances en lo primero no afecten negativamente ni a lo segundo ni a lo tercero?