El sitio donde había que estar el miércoles pasado a las 19 horas era el @cececebe de Barcelona, en la cuarta planta, sala Mirador. Un espacio que hace honor a su nombre con chorros de luz natural y vistas a las cúpulas y las azoteas que coronan el barrio del Raval. Una sala horizontal, con pocas filas de butacas muy alargadas que rodean un pequeño escenario. La intención es potenciar la proximidad abrazando, no asfixiando, al presentador.
¿El motivo para estar allá? La charla con Cory Doctorow que forma parte de Kosmopolis.
Cory está sentado en el alféizar del ventanal, conversando animadamente con todo aquel que quiera acercarse a saludarlo. Por pura casualidad acabo de ver The Internet’s Own Boy. Pese haberme leído casi todas sus obras de ficción y tenerlo presente a diario por obra y gracia de su timeline de Twitter, nunca se me había ocurrido buscarlo en youtube, vimeo, etc., así que hasta hace apenas una semana no tenía ni idea de cómo habla, cómo se mueve, cuál es su presencia más allá de la foto tamaño DNI que decora la contraportada de sus libros. Si digo que es «igualito que en la peli» me pareceré a mi sobrina Andrea, que es fanática de One Direction, pero es cierto, y yo me fijo en, aunque no me dejo guiar por, esos detalles (mi sobrina Andrea tampoco). Su imagen está muy pulida: camiseta pirata, recién afeitado, corte de cabello de cepillo, calcetines de rayas de colores, zapatos veganos. Habla informalmente sobre montones de cosas a la vez. Me llama la atención la conversación sobre algoritmos de «profiling» con sesgo. Menciona en lenguaje comprensible para todos algo que los que saben de calculo numérico o machine learning identificarían como una función de optimización que converge, e inmediatamente se pone a diseccionar las implicaciones sociales de dicha propiedad matemática: si los polis creen que los malos son los pelirrojos, acabarán persiguiendo solamente pelirrojos. Mi mente dice, ¡wow!, ¡súper wow! y eso que la charla ni siquiera ha comenzado.
Cory es tremendamente inteligente y aúna una capacidad brutal de reflexionar y de aunar conceptos aparentemente inconexos con la velocidad del rayo a la que habla un inglés agradable, claro y florido. Es un conversador nato muy acostumbrado a hacer asequibles conceptos muchas veces complejos o poco conocidos. Además es muy amable y considerado con respecto al público, a quien él trata como personas individuales que han decidido invertir su tiempo libre en escucharle. Incluso en medio de la charla, si se daba cuenta que le ibas a hacer una foto, te regalaba largos segundos hablando mirándote para que la foto te saliese bien, hacía contacto ocular con los que ocupábamos las primeras filas, etc.
Los cuarenta y cinco minutos de la charla pasaron en un instante. Hablamos de privacidad, de derechos humanos, de copyright, de utopías, distopias, el rol del escritor de ciencia ficción, de algunas de sus novelas (Little Brother, Homeland, For The Win, Makers, Pirate Cinema) y de la recién publicada novela gráfica In Real Life. En el turno de preguntas estableció un curioso criterio (preguntas alternadas de hombres y mujeres, cualquier persona que se identifique con otro género puede participar en cualquier momento). Se acaban las preguntas. Pasamos al «mingling». Los que queremos lo saludamos, le damos la mano, las gracias, él nos regala sonrisas, comentarios siempre atinados, autógrafos y selfies. Por las caras del resto de asistentes intuyo que se van a casa tan felices como yo.
Tan feliz salí, que tras 10 años publicando en este blog, mi encuentro con Cory Doctorow es la efeméride que marca la primera vez que aparece mi cara aquí 🙂