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Agents of S.H.I.E.L.D., hackers y Aaron Swartz

skye
La última serie a la que me he aficionado es Marvel: Agents of S.H.I.E.L.D. Es inevitable, pasé la infancia, adolescencia y juventud leyendo todo lo que caía en mis manos, y afortunadamente mi hermano mayor tenía unos amigos «tipo Sheldon» que sacaban dinero de no sé dónde para comprarse todo cómic y novela que se publicaba en España, que le prestaban dicho material, y que obviamente pasaban por mis manos antes de ser devueltos a sus generosos propietarios. Así que me gusta echar a volar la imaginación y estoy encantada con que Marvel (y también D.C., por supuesto) haya decidido explotar tan bien el filón de reinventar sus personajes bajo los focos de Hollywood.

No sé si habéis visto la serie. No es la bomba de complicada, es muy entretenida. Uno de los personajes centrales es Skye, una «hacker à la Hollywood» miembro de un movimiento llamado «The Rising Tide». Lo de los hackers en las películas es una mezcla de ridículo y divertido (nada supera al niño de Jurassic Park y su «¡¡UNIX es fácil!!»). En este caso las escenas de hackers son tan irreales como siempre. La gracia y lo que me hace escribir de S.H.I.E.L.D. aquí es que «The Rising Tide» es más bien un movimiento de derechos civiles en Internet, que defiende el libre y universal acceso a la información, y cuyos miembros sueltan referencias a personas como Aaron Swartz (que en paz descanse, todo sea dicho, tras perder la vida en relación a una depresión profunda en relación con el Establishment estadounidense cayéndole encima con todo el peso posible debido a un «stunt» activista, una simple descarga de «papers» científicos para apoyar la idea de que los resultados de la investigación pagada con dinero público deberían ser de dominio público).

Leones por corderos

Anoche fui al cine a ver Leones por corderos, la última película de Robert Redford protagonizada por él mismo, Tom Cruise y Meryl Streep. Sabía que era crítica con el momento político y social actual en Estados Unidos (y por extensión en el mundo occidental y acomodado) y había leído un par de muy buenas críticas. Pero no me esperé el impacto que finalmente tuvo la película en mí. Un golpetón fuerte, seco, en pleno plexo solar, que todavía me tiene entre alelada, pensativa, sin aire en los pulmones. 24 horas después de verla.

Y eso que me considero una persona con los ojitos bien abiertos y razonablemente informada sobre el mundo en que vivo y bastante crítica con él, por cierto.

No os digo más. Os invito a verla (en Barcelona y entre semana con el carnet de la biblioteca hacen descuento en las salas de versión original Yelmo Icaria y salas Verdi, hace más accesible el precio prohibitivo del cine en mi ciudad) y ya me contaréis.

“Nunca se habían visto semejantes leones (soldados rasos/ciudadanos) liderados por semejantes corderos (generales/los que ostentan el poder)”.