La última serie a la que me he aficionado es Marvel: Agents of S.H.I.E.L.D. Es inevitable, pasé la infancia, adolescencia y juventud leyendo todo lo que caía en mis manos, y afortunadamente mi hermano mayor tenía unos amigos «tipo Sheldon» que sacaban dinero de no sé dónde para comprarse todo cómic y novela que se publicaba en España, que le prestaban dicho material, y que obviamente pasaban por mis manos antes de ser devueltos a sus generosos propietarios. Así que me gusta echar a volar la imaginación y estoy encantada con que Marvel (y también D.C., por supuesto) haya decidido explotar tan bien el filón de reinventar sus personajes bajo los focos de Hollywood.
No sé si habéis visto la serie. No es la bomba de complicada, es muy entretenida. Uno de los personajes centrales es Skye, una «hacker à la Hollywood» miembro de un movimiento llamado «The Rising Tide». Lo de los hackers en las películas es una mezcla de ridículo y divertido (nada supera al niño de Jurassic Park y su «¡¡UNIX es fácil!!»). En este caso las escenas de hackers son tan irreales como siempre. La gracia y lo que me hace escribir de S.H.I.E.L.D. aquí es que «The Rising Tide» es más bien un movimiento de derechos civiles en Internet, que defiende el libre y universal acceso a la información, y cuyos miembros sueltan referencias a personas como Aaron Swartz (que en paz descanse, todo sea dicho, tras perder la vida en relación a una depresión profunda en relación con el Establishment estadounidense cayéndole encima con todo el peso posible debido a un «stunt» activista, una simple descarga de «papers» científicos para apoyar la idea de que los resultados de la investigación pagada con dinero público deberían ser de dominio público).