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Terroristas y economistas

El asunto de los paquetes bomba denota una intención muy clara, su calendarización muestra la habilidad de economista quirúrgico: justo cuando Occidente se debate entre si habrá recesión en forma de W (double dip recession), ataque en toda la regla al sistema neurálgico de la cadena de suministro optimizada, el transporte de mercancías aéreo. El coste de las medidas de seguridad a implementar va a suponer un duro mazazo a agentes que apenas sobrevivían en el clima actual.

El invierno va a ser largo y crudo, amigos.

Que vienen los chiiiinos… ¿se acabó el libre comercio y la globalización?

Ayer en Inglaterra nos despertamos todos sabiendo que los chinos pueden petar nuestras centrales nucleares, cortarnos el agua y apagarnos la luz. La culpa es de BT, los traidores, que en lugar de comisionar su nueva infraestructura IP de nueva generación a la muy gringa Cisco o la británica y desconocida Marconi, se la dieron enterita a los chinos de Huawei.

Está claro, la globalización es la nueva colonización, y solo ha de funcionar en una dirección: de occidente hacia el resto del mundo. Ay de un país BRIC (Brasil, Rusia, India, China) que se atreva a destacar… vapuleo mediático y cerrojo de fronteras al canto.

La desaparición del estado del bienestar

Muchas veces enlazo comentarios de Versvs y los comento. Hoy no. Hoy es tan trascendente lo que ha escrito que lo copio y pego y os pido que lo leáis.

El estado del bienestar es una cosa un tanto compleja pero que, en cierta medida, tenemos todos en la cabeza: un estado del bienestar es aquel en el que las personas se dotan a sí mismas de una organización tal (habitualmente personificada en el Estado) que garantiza la protección social para todos los firmantes del pacto (incluso aquellos que aunque quisieran no tienen la opción a no firmar el pacto). Esta protección incluye prestaciones por desempleo, servicio de sanidad, acceso a la educación y a servicios sociales básicos, garantía de los derechos y libertades fundamentales.

En las últimas décadas no cabe duda de que si hay un modelo del bienestar en el mundo ese es el que se desarrolló en la Unión Europea tras la sangrante y atroz primera mitad del s. XX. Es evidente, sin embargo, que de un tiempo a esta parte este estado del bienestar está de capa caída y cada vez garantiza menos los derechos fundamentales (plazos de detención sin cargos cada vez mayores, espionaje estatal a los ciudadanos, cada vez menos derechos para la población -tanto inmigrante como oriunda-). Los signos y los movimientos en este ámbito son numerosos y se suceden de forma constante en el tiempo.

Del empobrecimiento gradual de la población, debido a un aumento del coste de la vida (alimentos, vivienda -tanto en propiedad como en alquiler-) muy por encima del aumento salarial paralelo, a la imposición de un sistema altamente disciplinario, el aumento de la jornada laboral hasta las 65 horas, la reducción de nuestra privacidad, la eliminación del secreto de las telecomunicaciones, y el paso al siempre vigilados. Todo ello pasando por una reducción progresiva de los servicios sociales (con una sanidad privatizada encubierta, con una educación instrumentalizada y una justicia a las que el Estado no dedica en absoluto los recursos necesarios -para que así se convierta en un arma aplicada de forma arbitraria contra aquellos a quienes interese). Y podría seguir con bastantes ejemplos que muchos de ustedes ya conocéis.

Y entonces llegó la crisis. La principal herramienta del poder para imponer medidas que de otra forma serían rechazadas sin dudarlo. Tú ves crisis ellos ven ocasión de hacer negocio a costa de lo que nos pertenecía a todos.

Europa, esa que los euronacionalistas (y a esos les tengo dedicado una reflexión que espero depurar prontito) ven como una entidad civilizada y pacífica, tiene en su currículum muchas de las más atroces guerras que el mundo ha visto. Y estas guerras del s. XX surgieron de las miserias sociales a las que masas de personas desprovistas de toda condición de ciudadano fueron empujadas; surgieron de la radicalización de la política que sólo viene aparejada del miedo a morir de hambre. Y las consecuencias fueron grandes: la instauración de los «documentos de identidad nacional» (en España, por ejemplo, fue introducido durante la dictadura fascista del general Franco) y el cerrojazo a las fronteras y a los movimientos migratorios: es decir, de las crisis de primera mitad del s. XX nació un mundo con fronteras mucho más rígidas y controladas, y con ciudadanos mucho más controlados también dentro de las fronteras.

Mientras tenemos la tendencia a observar Europa como algo estático, ésta está evolucionando rápidamente hacia una sociedad en la que las decisiones no se toman de forma asamblearia (de hecho, las instituciones de poder en la UE no son democráticas) sino por coerción. De la sociedad democrática a un régimen post-democrático, coercitivo y apoyado en la disciplina y el control ejercido sobre las personas.

A la crisis económica de la que tanto se habla, y que muchos comparan ya con la gran depresión del año 1929 que dio alas y disparó definitivamente el fascismo europeo del s. XX, hay que unir sin dudarlo ni un momento el continuo recorte de libertades en Europa y las llamadas xenófobas y racistas, que se producen ya desde la política masiva y que ha perdido el miedo a expresar su racismo y su xenofobia a cara descubierta. Frente a un mundo que gracias a Internet necesita cada vez menos de las rancias estructuras «en corralito» en que se han convertido los diferentes estados, el estado mismo reacciona de forma virulenta y excluyente, haciéndose valer, temeroso de perder su excesivo poder si nadie le hace caso. Temeroso de quedarse en casa el sábado porque nadie lo llame para salir; temeroso de que la gente busque otras cosas diferentes al control estatal de la vida pública y privada.

En el contexto en que occidente afronta una de sus últimas grandes crisis siendo la referencia mundial, hay que volver a considerar las posibles consecuencias que una verdadera globalización, en la que además del dinero las personas hubieran podido moverse libremente por el mundo en los últimos treinta años, habría tenido. Con una ciudadanía europea que no hubiera desaprovechado la oportunidad de llevar a Asia y África mucho más que la libertad para los mercados: la libertad para las personas que viven allí.

Eso nunca sucedió y occidente (Europa, Estados Unidos, Canada, Australia) pagarán carísimo su desdén hacia los ciudadanos de los países en desarrollo, pagarán caro no haberles ayudado cuando lo tuvieron en la mano.

Hoy mismo, en pleno vórtice del hundimiento bancario-demagógico, hemos sabido que la ONU apoya una iniciativa para cambiar los protocolos que rigen la red y que se dificulte/elimine el anonimato en la red. La iniciativa, por supuesto, está apadrinada por China (miembro del consejo de seguridad permanente de la ONU) y parece gozar del respaldo del resto del consejo de seguridad permanente; ya se pueden leer, sin embargo, las primeras reflexiones de rechazo desde el ciudadano de a pie. Está claro que no va a ser la maquinaria de la UE quien se oponga, después de habernos sisado el (otrora sacrosanto) secreto de las telecomunicaciones. Por supuesto, para conseguir esto proponen rediseñar la web, y nosotros ya conocemos dónde se esconde el peligro de rediseñar internet.

¿Cómo habría sido un mundo en que desde 1989 (caída del muro de Berlín y sucesos de Tiananmen), occidente se hubiera esforzado por llevar la democracia no sólo a Europa del este sino también a China? No lo sabemos, pero podemos estimar que quizá tendríamos otras cartas en la mano. Cómo podrían ser si no siguiéramos prestos a salir vestidos de camorrista a mirar mal a todo el que no es como nosotros?

Es difícil jugar a las adivinanzas y no lo haré. Me quedaré mejor en lo que tenemos en la mano. Perdimos el tiempo juntando pitos y el Estado, organizado, ya no quiere mus. Hay que jugar con lo que tenemos o dejar la mesa, y ya saben que jugador de chicas, perdedor de mus. Si de las crisis del s. XX nacieron los DNI, la Stasi, la KGB y las principales agencias de inteligencia europeas y norteamericana, ¿qué no podrá salir de la deriva autoritaria de este occidente podrido?

Este es un post cargado de futuro, de cosas que aún no han sucedido. Pero es que cuando escribimos sobre el futuro lo hacemos para que éste no suceda. Orwell no escribió 1984 para que nosotros lo viviéramos, por decirlo de alguna forma, sino para evitarlo; seguramente Leif GW. Persson tampoco escribió el declive del estado del bienestar para acelerarlo, pero ahí está su obra. A ver si esta vez tenemos más suerte.

[Por cierto, la petición de China a las Naciones Unidas llega en el momento justo, esta semana se vota en el europarlamento el paquete telecom por el que protestan cada vez más personas y organizaciones y que amenaza con poner internet bajo riguroso y férreo control.]

(Original: La desaparición del estado del bienestar)

El G8, a punto de aprobar ACTA (Acuerdo de comercio anti falsificación), ¡riete del torpedo-enmienda de Bruselas!

Leo en The Guardian que los países con las ocho economías más poderosas del planeta, el grupo G8, actualmente reunido en la septentrional isla japonesa de Hokkaido, está a punto de aprobar el ACTA (Anti-Counterfeiting Trade Agreement), o «Acuerdo de comercio anti falsificación».

Ha trascendido una copia del borrador de dicho acuerdo (en WikiLeaks) y hay cosas que dan auténtico miedo. Se puede leer literalmente que «a proposal for a multilateral trade agreement of strict enforcement of intellectual property rights related to internet activity and trade in information-based goods, hiding behind the issue of false trademarks», es decir: «se propone un acuerdo multilateral de comercio que garantice el cumplimiento estricto de los derechos de la propiedad intelectual relacionados con la actividad en internet y el comercio de bienes de información que se escondan tras el asunto de las marcas falsificadas». Que ya empieza a tener mala pinta. Pero esto es mucho peor: «Members shall provide for the provisions related to criminal enforcement and border measures to be applied at least in cases of trademark counterfeiting and copyright piracy.», o sea: «los miembros tendrán que garantizar los medios fronterizos y de cumplimiento criminal para que se apliquen, como mínimo, en los casos de falsificación de marcas y pirateo del copyright».

La traducción es pésima pero es que el texto legaloide tampoco ayuda mucho. Pero la conclusión es clara: Por dar un ejemplo, si vas de España (donde existe canon y derecho a copia privada) al Reino Unido (donde no hay ni lo uno ni lo otro), en la aduana te pueden parar, obligarte a abrir el ordenador, que te busquen todos los mp3 que tengas en el ordenador, y si encuentran algo te requisan el ordenador como poco, y te meten una denuncia por ¡contrabando!

Y de la privacidad, ni se hable. ¿¿Qué se puede esperar de un texto que van a firmar los mayores defensores de este derecho, el Reino Unido y China??

Esto último dicho con mucha ironía, por supuesto.

Ha salido algo de esto en los medios españoles? Yo no lo encuentro. Y es muy grave. Y no nos estamos enterando. Hay que veranear duro, como dice Versvs.

Cumbre para la Prosperidad y la Seguridad (SPP), Canadá, Agosto 2007: altermundialista, ¡graba tu videomensaje para que lo vea Bush!

Leo, con bastante retraso, un artículo de Naomi Klein (autora de No Logo y su más reciente Vallas y Ventanas) sobre un extraño acontecimiento ocurrido en Montebello, Québec, Canadá, durante la cumbre de la alianza para la prosperidad y la seguridad de Norteamérica, subcontinente compuesto por Canadá, Estados Unidos y México, y que reunía a los más altos mandatarios de esos tres países.

Pues bien, a los altermundialistas que se acercaron a esta localidad para expresar su opinión, no les dejaron acercarse a menos de un kilómetro de Bush, pero sí se les «garantizó su derecho a la libertad de opinión y expresión» mediante una carpa y unas cámaras para que quien así lo desease pudiese grabar su «mensajito» a Bush con la garantía de que dentro en el hotel-fortaleza donde se desarrollaba la reunión, iban a estar los presidentes de los tres países norteamericanos viendo todo lo que pasaba en dichas casetas.

Naomi Klein realiza un rápido análisis sobre esta curiosa manera de «manifestarse». Yo añado que Canadá es un poco como Galicia: sitio distinto. ¿Dónde se ha visto semejante deferencia hacia los descontentos con el sistema? En Barcelona la poli se lió a palos con pacíficos kumbayás, en Seattle no te digo nada la que se lió, en Génova le pegaron un tiro a un manifestante, que después murió… los canadienses, en cambio, ¿qué hacen? instalan un «video-fotomatón» para que puedan «expresarse» los revoltosos. Más en la línea de las democracias modernas: te dan derecho a expresarte, aunque no te hacen p* caso (pero te quedas contento o al menos, desahogado).

El periódico La Jornada publicó una traducción del artículo de Klein, originalmente en inglés. Recomiendo su lectura.