Liverpool: lecciones sobre el neoliberalismo

Me permito postear un artículo que escribí para el periódico El Azotador hace un par de años y que me parece relevante ahora que estamos discutiendo el desmantelamiento del estado del bienestar.

Liverpool, la famosísima cuna de los Beatles, cumplirá 800 años de existencia en 2007. Difícilmente se puede encontrar en el mundo una ciudad con una historia tan agitada en los últimos 100 años: de ser la joya de la corona del imperio británico solamente superada por la capital, Londres, pasó a símbolo de la depresión económica y el desempleo en la segunda mitad del siglo XX.

Desde su fundación en el estuario del río Mersey, Liverpool ha sido una ubicación ideal para un puerto de altura debido a la profundidad y amplitud de su brazo de mar. Es por eso que a principios del siglo XX, la época dorada del imperio británico, por el puerto de Liverpool pasaba el ¡cuarenta por ciento! de las mercancías de todo el mundo, y la gran mayoría de los europeos que emigraron hacia el continente americano y Australia en las primeras tres décadas de dicho siglo lo hicieron partiendo de este mismo pueblo. No solamente del comercio y el transporte marítimo vivía la ciudad. La Revolución industrial se forjó en esta zona de Inglaterra, y tanto Manchester como Liverpool eran núcleos de producción muy importantes que daban empleo a decenas de miles de personas. La riqueza de la ciudad era fabulosa, y hoy en día lo podemos comprobar admirando los bellos edificios públicos de la época, que se pueden encontrar aquí y allá en el frente marítimo y en el centro de la ciudad. Es increíble que un área tan castigada por los bombardeos aéreos en la II Guerra Mundial siga conservando tal cantidad de edificios históricos.

En los años 60, mientras todos estábamos entusiasmados con la música de los Beatles, la economía de Liverpool entró en una espiral descendente. Las tradicionales fábricas textiles comenzaron a sufrir la presión de la competencia internacional. El puerto entró en decadencia en la década de los 70 y la puntilla la dio la primera ministra Margaret Thatcher, precursora del neoliberalismo junto a Ronald Reagan en los años 80, que acabó con la industria pesada y la minería del norte de Inglaterra, reprimió con mano de hierro los movimientos sindicales (hasta la fecha los sindicatos están prohibidos en el Reino Unido), y dejó buena parte del país sumida en una depresión económica y con unas tasas de desempleo inasumibles para esas regiones.

La regla de oro de la teoría neoliberal aplicada por la señora Thatcher, llamada “economía que se propaga hacia abajo”, decía que aunque primero pareciese que se beneficiaba solamente a los ricos, al cabo de poco tiempo los efectos benignos del neoliberalismo llegarían también a las clases pobres. Si quieren comprobar con sus propios ojos lo erróneo de esta regla, no tienen más que darse una vuelta por Liverpool. Estos beneficios no llegaron a la ciudad en los 20 años transcurridos desde que el neoliberalismo la sumió en la depresión. El estado de las casas, de su patrimonio histórico y cultural y de sus infraestructuras sigue mostrando todos estos años de abandono, cuando los únicos que se beneficiaban de las acciones económicas de los gobiernos de derechas en el Reino Unido eran las personas ricas y las regiones en que habitaban.

No es hasta hace pocos años que tanto Liverpool como las zonas deprimidas del Reino Unido, han empezado a recibir las ayudas que la Unión Europea concede a sus regiones menos beneficiadas. El cambio es evidente: una buena parte de los barrios históricos están en plena remodelación, el servicio de transporte público se ve que apenas se reestructuró y renovó, y la ciudad espera con ilusión que comience el 2008, año en que ejercerá como “capital europea de la cultura”.

Así es Liverpool. Una ciudad cuyos habitantes tienen por lema “nunca estarás solo” y que pese a la adversidad han logrado sobrevivir  gracias a su espíritu hospitalario, colaborador y solidario. Una ciudad que resulta ser la clase de historia perfecta para rebatir a los que desde la derecha nos quieren convencer que la única esperanza para sacar de la pobreza a las clases y las zonas más desfavorecidas del mundo es mediante la aplicación de políticas neoliberales. Liverpool nos demuestra que en la práctica ese camino no lleva a ninguna parte. La riqueza no “se propaga hacia abajo”. La pobreza y la precariedad, sí.

 

 

 

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