Mucho se ha comentado la supuesta «cuchillada en la espalda» de Redtel a las entidades de gestion (SGAE y similares). Les ha dicho a la cara y en público que «menos llorar y más trabajar», porque en España es un clamor que la palmaria ausencia de contenidos digitales que se puedan comprar significa que la cacareada «industria de la cultura» ha escogido no satisfacer una necesidad existente y solo es natural que donde hay un vacío algo lo vaya a llenar: en este caso ha sido la compartición entre iguales (el P2P) quien lo ha hecho. Hagan historia. Napster se puso en marcha ¡en 1995! y desde entonces, nada. Como dice Redtel a la SGAE, en España no se pueden comprar películas online, el producto que ha hecho obsoleto a esos brillantes disquitos de plástico llamados DVDs que debido a vuestra desidia, analfabetismo tecnológico y poca visión estratégica son vuestra única canasta con huevos, ¿de qué os quejáis entonces?
Pero no penséis que Redtel es nuestro nuevo héroe por decir verdades como puños. Redtel representa a las empresas de telecomunicaciones en España. Las empresas, por su naturaleza, se mueven con un solo leifmotif: ganar cuanto más dinero, mejor. A menos que le vaya a redituar (o le suponga una amenaza para la continuidad de su chiringuito), a una empresa le importa un pimiento la neutralidad de la red, la declaración universal de los derechos humanos, la ecología y la paz en el mundo o si España gana el mundial. Redtel lo que en realidad le está diciendo a la SGAE es: si yo colaboro y os controlo a las personas que usan redes P2P para compartir contenidos comercializables, quiero una parte del pastel… ¡¡solo que no hay pastel, pringaos!!
En cuanto haya pastel que compartir, Redtel se pasará a comportar como los proveedores de Internet británicos, que gustosamente se ofrecen a la propuesta de su gobierno de «nombrar y avergonzar» a las personas que se descarguen contenidos.
¿Cuánto se tardará en llegar a esa situación en España? Bueno, primero tienen que retirarse los «culturetas» que llevan las riendas de esa cosa conocida como la industria cultural. Es de vergüenza lo que está pasando. Ya sabéis que en la última feria del libro de Madrid vetaron la participación a los editores de libros electrónicos, ¿qué rancio y cegato se puede llegar a ser para acabar vetando el más que probable futuro de tu sector? Si hasta Google avisa que España va a perder el liderazgo en la creación (y monetización) de contenidos en español en cuatro días.
(Sobre este asunto, Google acierta el diagnóstico pero erra en la solución: no se trata de «cambiar la ley de protección de la propiedad intelectual», se trata de quitarse de encima cuanto antes a los casposos y obsoletos libreros y acólitos de Teddy Bautista).