En La Vigilanta hemos conseguido una entrevista exclusiva con don Lope de Vega. Nos explicó que él ve normal que a esos actores amateurs de Zalamea se les cobre el derecho de autor sobre la obra de teatro de nombre idéntico al de su pueblo.
– Pero don Lope, usted lleva más de 300 años muerto. ¿De qué manera puede la SGAE pagarle ese dinero?
– Pues mira, hija…. argggghhhhhhh….
Desafortunadamente, en ese punto de la entrevista, a la médium le dio un patatús y perdimos conexión con el otro barrio. Intentando reanimarla, pudimos comprobar que dicha señora portaba unos gruesos cadenacos de oro que ni el candado de mi bicicleta, el reloj Louis Vuitton, el bolso de Prada, y comprendimos algo: todo era una patraña. De más allá, nada: el dinero de los derechos de autor de las obras de Lope de Vega (y de cuántos otros autores más) se los está quedando esa señora. ¡Vaya morro!
Pero como algo de humanidad nos queda, la llevamos al hospital. En admisiones registraron sus pertenencias para ver si tenía cartilla del seguro y por lo tanto derecho a atención médica. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que el nombre de la señora era en realidad… ¡¡Eduardo Bautista García!!
Mis sueños son últimamente un poco raros. Voy a tener que dejar de leer blogs por un tiempo.
Si el actor, en algún momento, no sigue el guión o lo altera -pues esas cosas tiene el teatro- habrá que pagarle las modificaciones y reconocérselas como de su invención.
O tal vez el adaptador debería de demandar al actor, por no ser fiel al libreto.
¡No a los IPR de la WIPO!
Lo curioso del asunto es que Fernando Rojas, el director de la obra (que algún versecillo habría cambiado para que los de la SGAE se metiesen, se supone) no está afiliado ni a esa ni a ninguna otra del gremio, ¡y había renunciado al cobro de derechos!
Y también curioso que los de Fuenteovejuna estén metidos en un sarao similar. Si yo fuera el comendador me echaría a temblar 🙂