Archivo de la categoría: seguridad

Se autoriza el uso de scanners corporales en los Países Bajos y el Reino Unido

No podía ser de otra manera. Primero desarrollan la tecnología, luego la prueban, luego los políticos dicen que noooo, no lo vamos a usar, y luego un iluminado ya fichado por la TSA y el MI5 intenta volar un avión en Navidad y ¿qué es lo que pasa? Que aprovechando el miedo van otra vez esos mismos políticos y aprueban el uso de los scanners de cuerpo completo, de momento en los Países Bajos y en el Reino Unido.

Nosotros ya lo hemos dicho multitud de veces, así como otros expertos en seguridad de muchísimo más renombre: el dinero invertido en estos engendros de control multitudinario estaría mejor invertido en medidas de inteligencia. ¿Me van a decir a mí por qué si este señor nigeriano estaba fichado por los servicios de seguridad de Estados Unidos y del Reino Unido no se le sometió a un control exhaustivo «a pelo» en el aeropuerto de Schiphol? Fácil: porque la policía está desbordada requisando mi botellín de agua y el biberón de aquella señora, no dan abasto y no se concentran en lo que realmente importa. De juzgado de guardia. ¿De qué vale tanto enviar los datos de los pasajeros a EEUU no sé cuántas horas de la salida del vuelo si luego no se hace nada con la información de que un miembro de Al Qaeda va en el avión? ¿Ven por qué hablamos del teatro de la seguridad para referirnos al paripé que se ha montado en los aeropuertos? Pues nada, más de lo mismo. Solo que ahora el paripé es porno.

Controles de seguridad en los aeropuertos: diálogo de besugos

– Pero si estás buscando bombas, ¿por qué me dejas llevar como equipaje de mano una batería de ión-litio? Bajo ciertas condiciones podría explotar.
– Madre mía…
– Está bien, cariño. En un instante se dará cuenta de que tengo razón y me devolverá mi agua.

(todavía me estoy riendo…)

Pero lo mejor del chiste es que la Travel Security Agency tiene un blog dedicado a desmentir cosas que se dicen sobre la seguridad en los aeropuertos, y le han dedicado una entrada a esta edición de xkcd.

Vejación sistemática en los aeropuertos, esto hay que pararlo

Cortesía del blog de la Travel Security Agency estadounidense. Así es como nos verán los agentes de seguridad cuando pasemos por un (1) «millimeter wave scanner» y por un (2) «backscatter scanner», o sea, los arcos detectores que se empezarán a instalar como que ya.

mmw_large-769935

backscatter_large-779315

Ahora que Ignasi Guardans trabaja para el rancio ministerio de cultura y no coge frecuentemente el vuelo a Bruselas nos toca a nosotros negarnos a esta bestialidad.

La biometría no es infalible, otro ejemplo

Acabo de leer que existe un tratamiento contra el cáncer que tiene, como efecto secundario, la aparición de ampollas y despellejamiento similar que puede acabar en la desaparición de las huellas dactilares del paciente.

Parece ser que un ciudadano de Singapur que sobrevivió a la enfermedad pero perdió las huellas tuvo problemas para acceder a Estados Unidos.

El problema de los sistemas de seguridad «modernos» como los chips y la biometría no es que no sean infalibles (en el mundo no hay nada infalible, a ver si nos enteramos…) sino que las empresas que fabrican soluciones que los utilizan tienen un interés muy grande en venderlos como «infalibles» y los que deciden son unos generalistas sin conocimiento ni criterio que o se creen lo que les están diciendo, o ya les va bien que se siga alimentando el mito.

Conclusión, cuando en el aeropuerto o estación migratoria te encuentras con el gorila uniformado de turno, puesto que su procedimiento de trabajo asume que la biometría (y el chip) son infalibles, actúan en consecuencia. Y sin huellas no se puede viajar, porque según este punto de vista tan torcido, sin huellas no se tiene identidad, y sin identidad se es terrorista o narcotraficante, sin duda, «porque algo tendrás que esconder». Hay que joderse…

Entradas para la final de la Champions League, personales e intrasferibles gracias a smartcard

Leo en La Vanguardia que las entradas para la final de Roma serán «personales e intransferibles». Según veo en la foto, esto se implementará con una SmartCard, según leo en el artículo, ésta incluirá información personal que se cotejará con un documento de identificación con foto en la puerta del estadio el día de la final.

Veo en los comentarios que al menos en esto la gente se está rebotando contra esta medida de control excesiva que viola derechos tradicionalmente exigibles para alguien que compra una entrada: que si no puedes ir, se la pases a un afortunado amigo o familiar que verá la final «por la patilla».

Y es que cuando la medida tomada excede en demasía el tamaño del problema que intenta solucionar, cosas como estas pasan. Fastidiar a los aficionados para evitar la reventa, que es un fenómeno controlable, se antoja exagerado. ¿Cuándo se quejará igual la gente por menudencias como la videovigilancia o la retención de datos?

El resumen del asunto echando mano del refranero: matar moscas a cañonazos y pagar justos por pecadores.

Aeropuerto de Manchester: control de pasaportes automático

Ya he comentado alguna vez que Manchester es el aeropuerto más paranoico del mundo. Y con razón: sus instalaciones son utilizadas por la Interpol para probar sus juguetitos nuevos en cuestión de control ciudadano.

El otro día pude ver con mis propios ojos el sistema que instalaron en septiembre del 2008: un control de migración sin empleados. Es una instalación con puertas elevadas, lector del pasaporte RFID y cámara digital. El funcionamiento es el siguiente: lee el chip del pasaporte, te hace una foto, coteja tu hermoso rostro con la información biométrica contenida en el pasaporte, y si hay coincidencia (y tu nombre no está en ninguna lista de pasajeros chungos) te deja pasar.

Como siempre, el marketing es sencillo. Primero generas unas colas enormes en los puntos de control tradicionales, y luego pones a un «gritón» indicando al río de pasajeros que si tienes pasaporte con chip (le llaman electrónico), te evitas la espera pasando por las puertas. Yo me negué a hacerlo, por supuesto: soy una persona con principios.

El convertirnos a todos en ganado marcado no me gusta. Pero es que además la situación es idiotizante. Ese pasaporte, que acaba de aprobar la UE, ¡años después de que se comenzase a emitir en los estados miembros! se puede clonar y trucar, lo repetimos: se puede conseguir cambiar la información biométrica del chip en un pasaporte robado para que en lugar de la foto de Norma Duval salga la mía. O que en lugar de la de John Smith salga la de Osama Bin Laden. Y esto último no es un supuesto: lo han hecho investigadores holandeses. Así, ¿qué seguridad me aporta el sistema automático? Esto daría risa si no fuese tan grave.

Así van los burros con antojeras. Si en 2005 el Reino Unido lanzó el programa e-borders de implantación de estos sistemas de control automático, pues erre que erre, hay que ponerlos… sean seguros o no.

Más: Artículo en The Guardian sobre este control automático.

Crimen de Pontevedra: falló algo mucho más fundamental que la pulserita

En la prensa tradicional están preguntándose por qué falló el sistema que se supone que debía haber protegido a la señora de Pontevedra asesinada por su expareja, supuestamente vigilados agresor y víctima por pulseritas GPS.

La pregunta venderá periódicos pero no es la que ayudará a que más personas en situación de riesgo salven la piel. El problema es mucho más importante, y que yo sepa todavía nadie lo ha cubierto. Nosotros lo hemos dicho muchas veces. Hay problemas que no se solucionan a base de echarles dinero y tecnología encima. El asunto de la videovigilancia es un ejemplo claro. A pesar de lo que nos hagan sentir, los datos “cantan”: no hay una relación directa entre la reducción de tasas de crimen y la instalación de cámaras de videovigilancia. De hecho, hay oficiales de la policía británica que han tenido dos narices, han dado un paso al frente, y han dicho clarito que todo ese dinero invertido en cámaras se podría haber gastado en mejorar las condiciones de trabajo de los agentes, tanto en la oficina como patrullando en la calle con la convicción de que esto sí hace algo por mejorar la seguridad de la población.

¿Por qué afirmamos que sin camaritas, sin pulseritas, y sin chips defectuosos en el pasaporte la seguridad mejora? Pues porque dichos artilugios nos dan una sensación de falsa seguridad. En algunos casos porque debido al puñetero marketing, se afirma tantas veces que la tecnología es infalible (chip del pasaporte) que el agente fronterizo se relaja. “Si tiene chip y se lee bien es un pasaporte pata negra, no tiene sentido que me esfuerce en averiguar si es un documento falso”, piensa él, porque su estado se aferra cabezonamente a la idea feliz de que “es un sistema seguro” y así se lo hacen saber. En otros, por puro fenómeno psicológico. Si el sentido común dice que no saques a pasear el perro por el parque cuando se hace oscuro, el ver esas flamantes y ubicuas cámaras blancas apuntando a todas partes podría dar la impresión al ciudadano de que “la policía está vigilando”, de que los carteristas y violadores ya no operan allá, de que es seguro pasear por allá a esas horas. ¿¿Estamos seguros de que es seguro??

Este caso de las pulseritas desgraciadamente es otro ejemplo. ¿Reagrupar a personas amenazadas, asignarles unos agentes que ronden su domicilio, hacer llamadas frecuentes para ver qué tal va todo? No hombre, no, qué antiguo suena todo eso. Mejor le ponemos una pulserita GPS a futuro agresor y futura víctima “y ya sonará una alarma en la central”. Central, por cierto, que ha sido diezmada de agentes porque claro, “con la pulserita de marras conseguimos un aumento de eficiencia de tanto por cierto, lo cual significa que sobra personal”, así que, pite o no pite la alarma, ¿habrá agentes disponibles para desplazarse a todos los rincones de la geografía española donde un potencial agresor se esté acercando a una potencial víctima? Lo dudo mucho.

Parafraseando a Gabriel García Márquez, esto de Pontevedra no ha sido más que la “crónica de una muerte avanzada”. Muerte por exceso de tecnología.

Interpol: sistemas de reconocimiento facial de pasajeros, ya

Leo en The Guardian que la Interpol va a achuchar para que se implementen en todos los aeropuertos europeos los sistemas de reconocimiento facial de pasajeros (y cotejación con las ya manidas bases de datos de potenciales terroristas).

Me entero que el plan piloto de este proceso se hizo en el aeropuerto de Manchester. Me hace especial «gracia» porque lo he sufrido en mis carnes. No es doloroso. Es solo una piedrita más de inconveniente al fastidioso control de seguridad: una pieza de equipaje de mano estrictamente, ¡mete la bolsa del portátil en la maletita, aunque sea a presión, o factúrala! Líquidos en bolsita transparente en la mano. Portátil en la mano. Chaqueta en la mano. Zapatos en la mano. Sin bandeja obviamente (eso de la bandejita para depositar tus cosas es un lujo ibérico). Te dan ganas de transfigurarte en pulpo con ocho tentáculos para poder cargar con tanta cosa. Y en eso que te cogen la tarjeta de embarque, te la escanean y ¡click! fotito al canto. 

Ya lo decía yo el año pasado… Manchester, bienvenidos al aeropuerto del futuro.

La desaparición del estado del bienestar

Muchas veces enlazo comentarios de Versvs y los comento. Hoy no. Hoy es tan trascendente lo que ha escrito que lo copio y pego y os pido que lo leáis.

El estado del bienestar es una cosa un tanto compleja pero que, en cierta medida, tenemos todos en la cabeza: un estado del bienestar es aquel en el que las personas se dotan a sí mismas de una organización tal (habitualmente personificada en el Estado) que garantiza la protección social para todos los firmantes del pacto (incluso aquellos que aunque quisieran no tienen la opción a no firmar el pacto). Esta protección incluye prestaciones por desempleo, servicio de sanidad, acceso a la educación y a servicios sociales básicos, garantía de los derechos y libertades fundamentales.

En las últimas décadas no cabe duda de que si hay un modelo del bienestar en el mundo ese es el que se desarrolló en la Unión Europea tras la sangrante y atroz primera mitad del s. XX. Es evidente, sin embargo, que de un tiempo a esta parte este estado del bienestar está de capa caída y cada vez garantiza menos los derechos fundamentales (plazos de detención sin cargos cada vez mayores, espionaje estatal a los ciudadanos, cada vez menos derechos para la población -tanto inmigrante como oriunda-). Los signos y los movimientos en este ámbito son numerosos y se suceden de forma constante en el tiempo.

Del empobrecimiento gradual de la población, debido a un aumento del coste de la vida (alimentos, vivienda -tanto en propiedad como en alquiler-) muy por encima del aumento salarial paralelo, a la imposición de un sistema altamente disciplinario, el aumento de la jornada laboral hasta las 65 horas, la reducción de nuestra privacidad, la eliminación del secreto de las telecomunicaciones, y el paso al siempre vigilados. Todo ello pasando por una reducción progresiva de los servicios sociales (con una sanidad privatizada encubierta, con una educación instrumentalizada y una justicia a las que el Estado no dedica en absoluto los recursos necesarios -para que así se convierta en un arma aplicada de forma arbitraria contra aquellos a quienes interese). Y podría seguir con bastantes ejemplos que muchos de ustedes ya conocéis.

Y entonces llegó la crisis. La principal herramienta del poder para imponer medidas que de otra forma serían rechazadas sin dudarlo. Tú ves crisis ellos ven ocasión de hacer negocio a costa de lo que nos pertenecía a todos.

Europa, esa que los euronacionalistas (y a esos les tengo dedicado una reflexión que espero depurar prontito) ven como una entidad civilizada y pacífica, tiene en su currículum muchas de las más atroces guerras que el mundo ha visto. Y estas guerras del s. XX surgieron de las miserias sociales a las que masas de personas desprovistas de toda condición de ciudadano fueron empujadas; surgieron de la radicalización de la política que sólo viene aparejada del miedo a morir de hambre. Y las consecuencias fueron grandes: la instauración de los «documentos de identidad nacional» (en España, por ejemplo, fue introducido durante la dictadura fascista del general Franco) y el cerrojazo a las fronteras y a los movimientos migratorios: es decir, de las crisis de primera mitad del s. XX nació un mundo con fronteras mucho más rígidas y controladas, y con ciudadanos mucho más controlados también dentro de las fronteras.

Mientras tenemos la tendencia a observar Europa como algo estático, ésta está evolucionando rápidamente hacia una sociedad en la que las decisiones no se toman de forma asamblearia (de hecho, las instituciones de poder en la UE no son democráticas) sino por coerción. De la sociedad democrática a un régimen post-democrático, coercitivo y apoyado en la disciplina y el control ejercido sobre las personas.

A la crisis económica de la que tanto se habla, y que muchos comparan ya con la gran depresión del año 1929 que dio alas y disparó definitivamente el fascismo europeo del s. XX, hay que unir sin dudarlo ni un momento el continuo recorte de libertades en Europa y las llamadas xenófobas y racistas, que se producen ya desde la política masiva y que ha perdido el miedo a expresar su racismo y su xenofobia a cara descubierta. Frente a un mundo que gracias a Internet necesita cada vez menos de las rancias estructuras «en corralito» en que se han convertido los diferentes estados, el estado mismo reacciona de forma virulenta y excluyente, haciéndose valer, temeroso de perder su excesivo poder si nadie le hace caso. Temeroso de quedarse en casa el sábado porque nadie lo llame para salir; temeroso de que la gente busque otras cosas diferentes al control estatal de la vida pública y privada.

En el contexto en que occidente afronta una de sus últimas grandes crisis siendo la referencia mundial, hay que volver a considerar las posibles consecuencias que una verdadera globalización, en la que además del dinero las personas hubieran podido moverse libremente por el mundo en los últimos treinta años, habría tenido. Con una ciudadanía europea que no hubiera desaprovechado la oportunidad de llevar a Asia y África mucho más que la libertad para los mercados: la libertad para las personas que viven allí.

Eso nunca sucedió y occidente (Europa, Estados Unidos, Canada, Australia) pagarán carísimo su desdén hacia los ciudadanos de los países en desarrollo, pagarán caro no haberles ayudado cuando lo tuvieron en la mano.

Hoy mismo, en pleno vórtice del hundimiento bancario-demagógico, hemos sabido que la ONU apoya una iniciativa para cambiar los protocolos que rigen la red y que se dificulte/elimine el anonimato en la red. La iniciativa, por supuesto, está apadrinada por China (miembro del consejo de seguridad permanente de la ONU) y parece gozar del respaldo del resto del consejo de seguridad permanente; ya se pueden leer, sin embargo, las primeras reflexiones de rechazo desde el ciudadano de a pie. Está claro que no va a ser la maquinaria de la UE quien se oponga, después de habernos sisado el (otrora sacrosanto) secreto de las telecomunicaciones. Por supuesto, para conseguir esto proponen rediseñar la web, y nosotros ya conocemos dónde se esconde el peligro de rediseñar internet.

¿Cómo habría sido un mundo en que desde 1989 (caída del muro de Berlín y sucesos de Tiananmen), occidente se hubiera esforzado por llevar la democracia no sólo a Europa del este sino también a China? No lo sabemos, pero podemos estimar que quizá tendríamos otras cartas en la mano. Cómo podrían ser si no siguiéramos prestos a salir vestidos de camorrista a mirar mal a todo el que no es como nosotros?

Es difícil jugar a las adivinanzas y no lo haré. Me quedaré mejor en lo que tenemos en la mano. Perdimos el tiempo juntando pitos y el Estado, organizado, ya no quiere mus. Hay que jugar con lo que tenemos o dejar la mesa, y ya saben que jugador de chicas, perdedor de mus. Si de las crisis del s. XX nacieron los DNI, la Stasi, la KGB y las principales agencias de inteligencia europeas y norteamericana, ¿qué no podrá salir de la deriva autoritaria de este occidente podrido?

Este es un post cargado de futuro, de cosas que aún no han sucedido. Pero es que cuando escribimos sobre el futuro lo hacemos para que éste no suceda. Orwell no escribió 1984 para que nosotros lo viviéramos, por decirlo de alguna forma, sino para evitarlo; seguramente Leif GW. Persson tampoco escribió el declive del estado del bienestar para acelerarlo, pero ahí está su obra. A ver si esta vez tenemos más suerte.

[Por cierto, la petición de China a las Naciones Unidas llega en el momento justo, esta semana se vota en el europarlamento el paquete telecom por el que protestan cada vez más personas y organizaciones y que amenaza con poner internet bajo riguroso y férreo control.]

(Original: La desaparición del estado del bienestar)

UK: confiscan un juego de War on Terror

Hace pocas semanas hice una rápida referencia a War on Terror, un irónico juego de mesa donde los jugadores pueden ser Bush o Blair y financiar con dinero sucio las actividades de los talibanes (por poner un ejemplo).

Pues bien, esta semana durante una redada a un campamento ecologista en Kent, sur de Inglaterra, la policía confiscó un ejemplar de este juego. (fuente: The Independent)

Malos tiempos para la libertad de expresión por estos rincones del mundo.