Hay cosas que sabemos que suceden, pero que si no las vemos con nuestros propios ojos no las tenemos en cuenta. Es la versión moderna del “ojos que no ven, corazón que no siente”. Una de ellas es la tremenda capacidad de realizar un seguimiento de personas, un mapeo de la ubicación minuto a minuto, de la que disponen las compañías de teléfono móvil (si tienes teléfono móvil, tienes la costumbre de llevarlo encima y además encendido). Todos sabemos que nuestros teléfonos están constantemente “hablando” con las torres de telefonía móvil, que a medida que nos alejamos de una torre y nos acercamos a otra nuestro teléfono cambia de “interlocutor”. Todos sabemos que las compañías deben de tener por ahí una basecita de datos que contiene toda esa información, es decir: la ubicación de nuestro teléfono (y por ende, la nuestra) en todo momento. Pero se nos antoja simple información almacenada “por ahí” y con la que no se puede hacer gran cosas: ¿quién se va a tomar la molestia de trazarme? ¡Si yo no tengo nada que esconder!
Bueno, pues Malte Spitz, un político alemán (partido verde), decidió investigar un poco este asunto. Ejerciendo su derecho de acceso a un fichero con sus datos personales, el de Deutsche Telekom, obtuvo un listado con todos sus movimientos durante 6 meses. Mäs de 35.000 coordenadas espacio-temporales. Se las llevó a un periódico, el Zeit Online, que con poco esfuerzo (un par de programadores, unos días) montó unos mapas interactivos que muestran los movimientos de Malte Spitz durante esos seis meses (vía Electronic Frontier Foundation, en inglés).
Miradlo, mirad sus desplazamientos, porque es algo que pone los pelos de punta. Debido a esa información sabemos dónde vive, dónde come, dónde toma café, con qué amigos se reúne, qué bibliotecas, oficinas, tiendas frecuenta…
Un periódico, un par de programadores, un par de días. Imaginad lo que puede hacer Deutsche Telekom, lo que puede hacer Google, lo que puede hacer una corporación cuyo trabajo es obtener rendimiento monetario de información personal (anonimizada o no) con esa información.
Qué cierto que son cosas en las que no pensamos hasta que las veamos. La primera vez que leí sobre esto fue en el último libro de Barabási que cuenta un experimento para el cual consiguió utilizar datos de 10 millones de usuarios de móvil de un país europeo anónimo, (seguramente de la misma compañía de modo que tenía que ser un país grande). El objetivo del experimento fue el descubrimiento de patrones de movimiento y, a partir de estos, pronosticar movimientos en casos de catástrofes.
Hola Bianka:
Muchas gracias por el enlace. Como se puede leer en el artículo: «These trails are largely considered individual – even ethereal – yet technology is making these trails more visible and more readable everyday.» No conocía a Barabási, gracias de nuevo por «corregir esa situación» 🙂
Un abrazo.
Lo expresas estupendamente, tenemos la información de muchas cosas aparcada en algúna neurona y mientras no tenemos un «roce» con ella (personal, en nuestro entorno o mediático), no somos conscientes de las implicaciones personales de esa información.
El ejemplo de la trazabilidad telefónica es bueno y como siempre, nuestra excusa mental de que carecemos de interés y que además no tenemos nada que ocultar, nos tranquiliza y permite continuar inmersos en nuestra cómoda y despreocupada existencia que es nuestro mayor afán.
Otra historia es que ahora nos quieran vender esta tecnología como herramienta de utilidad para estudiar grandes concentraciones (baile de cifras en manifestaciones, eventos, mobilidad, etc.)
¿Cuando habrá contratecnología al alcance de todos?
La contratecnología está al alcance de todos, pero hay que querer utilizarla… y es ahí donde está el quid de la cuestión, mi querido amigo Artesano…
Dices: «La contratecnología está al alcance de todos, pero hay que querer utilizarla…»
La verdad me pillas descolocado. ¿Hay algo para evitar que te localicen al encender el móvil? Gracias.
Artesano: no, para esto en particular no, me refería en general. Podemos encriptar el correo electrónico, ¿y quién lo hace? Podemos navegar de modo prácticamente anónimo con Tor. ¿Quién lo hace? La gente podría dejar de dejar un rastro tan grande en las redes sociales (mención aparte los que usan geolocalización en los comentarios de Twitter y los que utilizan FourSquare, mejor ni mencionarlos). Podríamos decidir no darnos de alta en los programas de fidelización al cliente (millas aéreas, puntos del súper y demás). ¿Quién se niega a hacerlo? Para el caso del móvil, solo se me ocurre llevarlo apagado buena parte del día. Honestamente, dudo que si alguien no me localiza (ya la palabra lo dice…) en un momento determinado pues no pasa gran cosa.
al movil si no se le saca la bateria sigue dejando rastros.
salu2
aunque esté apagado claro.