Schneier se hace eco de un artículo de The Economist sobre la privacidad, presente y futuro.
Todavía no he leido el artículo de The Economist, pero el resumen de Schneier es muy interesante. Me quedo con esta anécdota:
En palabras de un profesor de Cambridge, Ross Anderson, el deterioro progresivo de la privacidad hoy en día es equivalente a lo que pasa cuando se mete a una rana en una olla de agua fría y se pone en el fuego: como el agua se calienta lentamente, la rana ni se da cuenta, no intenta saltar, hasta que es demasiado tarde y muere abrasada.
Pues con la incipiente sociedad de la vigilancia y la erosión de la privacidad, lo mismo: como no nos enteramos de que nos vigilan (o de qué manera lo hacen), cuando usen todo eso en nuestra contra (como ahora en Birmania con los pobres desgraciados que reclaman democracia, o como será cuando nos llamen por teléfono a todas las horas del reloj para vendernos cosas que según nuestro perfil, seguro que nos interesan, o cuando nos nieguen atención médica porque frecuentemente comemos pasteles que son malos para el colesterol) no habrá nada que podamos hacer al respecto.
Unos cuantos sentimos el agua templadita. ¿Habrá ranas inteligentes que nos sigan y salten de la olla?
http://www.schneier.com/blog/archives/2007/10/the_economist_o_1.html
Hace tiempo que le doy vueltas al tema y cada vez estoy más convencido de que la sociedad actual está indefensa frente a los cambios a peor cuando estos se producen lentamente, de tal forma que apenas los percibimos en nuestra frenética vida diaria por ir a ninguna parte.
Un ejemplo: nos dicen nuestras autoridades que el aire que respiramos en Barcelona está tan contaminado que produce varios miles de muertos al año y muchos más caen enfermos. En este caso como el deterioro es gradual, no hay reacción, a pesar de afectar a nuestra salud.
Por el contrario, si el cambio es brusco, la reacción suele ser fuerte.
Ejemplo: el famoso apagón que hubo en Barcelona este verano. El cambio fue brusco, la reacción inmediata aunque solo afectó nuestro bolsillo.
Lo que sucede, Artesano, es que nos han hecho creer que escuchar un poco de mp3 en nuestro iPod portátil es el objetivo de la modernidad y que eso es la felicidad. La gente no se preocupa de mejorar porque no intuye que el mundo pueda dotar de esas mismas oportunidades al 80% de la población del mundo que jamás ha usado un teléfono.
Lo de Barcelona y el apagón no es más que un fallo en el programa. Cuando privatizaron las infraestructuras con la falsa promesa de que una gestión privada es intrínsecamente mejor a una gestión pública no prepararon excusas contra esas cosas. Esas cosas suceden al azar y en esos momentos la gente reacciona mínimamente… luego lo olvidan. Vuelven a su iPod.
Pero, tal y como dice la entrada, el agua ya está templada.