Lo leemos en Kriptópolis, lo vimos todos en Minority Report, y algunos sabíamos ya que había alguna empresa en Israel desarrollando este tipo de tecnología espía. Lockheed Martin acaba de presentar en sociedad su último cacharrito para revolucionar la seguridad. Se trata de una cosita del tamaño de una semilla de arce, con un ala, que puede volar de manera autónoma, con cámara GPS 3G WiFi y todas las siglas 1ue te imagines, hasta la posibilidad de montar un laboratorio del tamaño de una aspirina para que también sirva para detectar ciertas sustancias.
La «gracia» (maldita me hace, pero bueno) del invento es que por su tamaño y bajo coste los usas a cientos, los tiras al escenario que quieres monitorizar, los cacharrines se ponen a volar, a detectar y a transmitir… y tú cómodamente sentado en el Pentágono con un ordenador recabas todos los datos, los combinas y los conviertes en información (o en inteligencia, como le gusta decir a los que se dedican a esas cosas).
(Los israelíes, por cierto, se decantaban por el modelo «bola que bota mogollón». Todos hemos jugado alguna vez con ellas, esas que las haces botar y se van contra el suelo, el techo, la tele y tu nariz si no eres suficientemente rápido para apartarte.)
Si queréis ver una foto, visitad Kriptópolis, ellos la han publicado.