Lo podemos leer en palabras de Burt Kaliski, experto en temas de seguridad, en su blog en RSA Security.
Lo dice con todas las letras, y de manera sencilla de comprender: un chip RFID siempre, siempre transmite «lo mismo», por eso podemos «grabar lo que transmite» y «retransmitirlo» cuando queramos. A eso se le llama clonar un tag RFID.
Aunque la información viaje encriptada, a mí me da igual si soy un criminal y todo lo que quiero es clonar tu llave con RFID que usas para abrir tu coche. Me importa un pepino si en la ráfaga de datos enviados dice que te llamas Michael o que la matrícula de tu coche es XYZ. Yo quiero que se abra la cerradura, y punto.
Y es que está claro: hay tres colectivos interesados en inmiscuirse en tu privacidad:
1. Las empresas para sacarte más dinero.
2. Los gobiernos para espiarte.
3. Los criminales para robarte.
No dejemos que nos impongan mecanismos y tecnologías tan inseguras que dejen literalmente la puerta abierta al «fisgón tipo 3».