La US Visa Act y lo que publicas en redes sociales

Desde que dejé de escribir aquí regularmente, el mundo se está convirtiendo en un sitio mucho más oscuro. Y no se trata de que al entrar en años una vea el pasado con ese sesgo que te impide ver lo malo o al menos lo tedioso y te magnifica lo bueno: la nostalgia. Comparativamente, no hay color. En las pizzas de Telepizza y las ensaladas de Iberia hay menos olivas. En el trabajo cada vez te dan más responsabilidad y te quitan espacio vital (vamos, que te confinan en un open plan con una densidad que me río yo de ciertos barrios de Calcuta). Todo, absolutamente todo, es más plasticoso y endeble. Se ve que la obsolescencia programada se ha convertido en una ciencia exacta e infalible.

Y luego viene Trump y gana las elecciones en Estados Unidos, haciendo buenas muchas predicciones y avisos publicados en este blog.

¿Se acuerdan de lo de la privacidad y las ranas en agua puesta a hervir? Tick. Ahora acuérdense de aquello de «escribir en Internet es como escribir una postal. Nada impide que el cartero, o quien tenga acceso al cachito de cartón, incluyendo el vecino cotilla del 7º4ª, lo lea». Pues si son viajeros y sobrevuelan o pisan Estados Unidos, ahora les va a empezar a impactar.

Se trata de la recién aprobada «Visa Investigation and Social Media Act of 2017«.

Según esta nueva ley, el ministerio del interior estadounidense debe revisar «toda la actividad pública en redes sociales» a la hora de decidir si conceder o no el visado a los aplicantes. Esto incluiría también a los que se postulan para el ESTA (el programa de control y autorización de entrada a Estados Unidos para extranjeros que no requieren visado, como por ejemplo los ciudadanos de la Unión Europea).

Dice el republicano Jim Banks al respecto: «Hacer que se revise lo que han publicado los aplicantes en redes sociales antes de darles permiso a venir a Estados Unidos es algo de sentido común. Las empresas lo hacen en su procesos de selección de personal, y creo que ya era hora de que hiciéramos lo mismo con las personas que solicitan un visado».

Y digo yo: tiene más razón que un santo. No porque sea algo bueno, sino porque es algo posible. Y era de esperar que tarde o temprano lo hicieran. Lo que esto implica para la libertad de expresión y las posibilidades de discriminación que se abren en este proceso a raíz de esta medida es harina de otro costal. Básicamente, un proceso que ya era bastante incierto para los que solicitaban su VISA se convierte en algo totalmente arbitrario.

Ejemplo práctico. El otro día esto me hizo gracia y lo retwiteé (¡patada a María Moliner!).

Si ahora me rechazasen una solicitud de ESTA, cuando soy una persona que representa un riesgo inexistente al país de las barras y estrellas, ¿sería debido a esa gráfica representación de los estragos que el viento y otros agentes atmosféricos perpetran en el cabello de cualquier ser humano (excepto Enrique Peña Nieto)?

Volvemos al tema de la postal y escribir en Internet. Publicar es un acto consciente, es una decisión que tiene que ser evaluada. En 2005 cuando empezó este blog y Donald Trump no era más que un «playboy» millonario entrado en añitos, así como en 2017. Es un constante caminar por la fina línea que va entre la expresión de tus ideas y la evaluación de las repercusiones que tiene exponerlas. En un Estado democrático como el que todos los ciudadanos de la Unión Europea tenemos el privilegio de habitar, siempre dentro del marco legal (no injuriar, no ofender, no discriminar, no hacer apología de la violencia), es un gran avance poder exponer nuestras ideas, defenderlas, refutar las que consideramos incorrectas, declararse orgulloso miembro de colectivos históricamente expuestos a discriminación y plantar cara cuando hay intentos de erosionar tus derechos y los de los demás. Escribir en Internet, en redes sociales, etc. es un ejercicio de responsabilidad. ¡Retwittear también!

En fin, si se rechazase mi hipotética solicitud de ESTA debido al golpe de viento al cabello de Trump, pues debería dar las gracias a Homeland Security por haber rechazado mi solicitud a hacer turismo en Estados Unidos. Ese hecho significaría que ya se habría convertido el país en un Estado fascista de culto al líder, y por lo tanto sería mejor estar fuera que dentro de ese país.

Pero claro, yo no soy una traductora del ejército estadounidense en Irak o una nigeriana homosexual, o nadie cuya vida dependa de un proceso de petición de asilo comenzado muchos meses atrás, cuando el mundo era un poquito menos oscuro.

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