Conocen aquel chiste de una chica guapa-guapísima en una barra de bar. Llega un tipo y empieza a hablarle. Ella, ni caso, no le contesta, solo sonríe. El tipo se mosquea y le dice aquello de «por qué no me hablas» y ella, con una voz de pito insoportable, le replica «¿pa qué, pa cagal-la?» Pues lo mismo el gurú del marketing por móvil, Sixto Arias, en entrevista a La Vanguardia. Si no, miren qué final apoteósico:
LV: Hay muchas personas a quienes no les gusta que la tecnología se meta tanto en nuestras vidas…
SA: Entiendo que la gente rechace los automóviles porque contaminan, hacen ruido y no hay quien aguante los cláxons. También entiendo que la gente rechace las fábricas porque contaminan, hacen ruido, huelen mal, etcétera. Pero un rechazo a la tecnología solo lo puedo explicar por vagancia: usted es un vago, no quiere adaptarse a los nuevos tiempos, usted es un reaccionario y quiere anclarse en el pasado, cuando las tecnologías lo peor que le van a dar es mayor calidad de vida. Puede incrementar su tiempo de ocio, irse a vivir a un valle precioso, oyendo a las vaquitas y las ovejas y bajarse a la gran ciudad una o dos veces a la semana para tener reuniones.
Aquí no somos neoluditas, y estamos a favor de la tecnología. Pero de la misma manera que nos hartamos de decir que la tecnología no es mala per se, es igualmente cierto que la tecnología no es buena por definición: es neutral, depende del uso que se le dé. Te haces adicto al móvil y a partir de ese momento el Estado (o quien pueda pagar por esos datos en el mercado gris oscuro o negro) puede conocer tu ubicación, tus comunicaciones, si estás en Internet, tus hábitos de navegación, con ello tu perfil personal, tu ideología, quiénes son tus amigos, tu orientación sexual… con ello te pueden pasar muchas cosas malas. Si estás forrado, esta información es suficiente para que te secuestren, para que te agredan, si eres un activista y eres una supuesta amenaza al orden público (ojo, que no estoy hablando de criminales, sino de activistas) te pueden llegar una noche a casa, detenerte y encerrarte en una cárcel y lanzar la llave… o simplemente, tu proveedor de telefonía móvil te puede coser a putos anuncios que ni te van ni te vienen pero te molestan profundamente, ya sea de sus productos o mediante un acuerdo con una empresa de marketing por el móvil, precisamente como la del señor Sixto. Que hubiese estado más guapo si no hubiese contestado esa última pregunta en la entrevista.
¿Gurú…? Este tipo está trasnochado.
¿Cuántos años llevamos oyendo frases como esta: «creo que estamos en la antesala de una gran revolución: la revolución de la nueva economía, la revolución de la digitalización»? Estos se aprenden cuatro cositas de estas, las sueltan en cualquier entrevista, y hala, «gurú».
La mejor de todas: «La pantalla del móvil es algo relativo: depende de lo que se acerque a los ojos…». Claro, hijo mío, claro… y si la alejas no se ve una leche.
Tanto este como otros «gurús» del marketing lo primero que tenían que haber aprendido es a que existen normas para regular sus actividades. Y luego, hala, criatura, a planificar tus negocietes.
En fin, es lucha perdida.
Peor aún, la tecnología no es nunca neutral, es siempre positiva o negativa en función del uso, pero nunca neutral. Y si no marcamos unas pautas (social y legalmente aceptables) los usos negativos arrasan a los positivos.
Éste tipo, coincido con Félix, es un vendedor de enciclopedias que se ha leído tres días a algún (otro que tal baile) gran gurú tecnológico y, hale, livin la vida loca.
Estos gurús de la tecnopijología quizás tengan razón y el futuro sea como lo describen pero, que quieren que les diga, me recuerdan a esos señores que iban por los pueblos con la mula, posteriormente reconvertida en furgoneta, vendiendo todo tipo de cachibaches inútiles, cuya labia y desparpajo conseguía que compraras esa maquinita que cosía, picaba carne y envasaba las butifarras al vacío, y todo en un solo aparato.
He de reconocer que soy un vago que vive en un valle precioso, oyendo a las vaquitas y las ovejas, sin que el bucólico paisaje se rompa por el soniquete del dichoso teléfono móvil.
Nada, habrá que estudiar un embiéi, hacer 4 amigos-contactos pijosos, ponerse el traje de gurú y ¡hala! a vender vapor y conceder entrevistas a la Vanguardia tras unas copas (o botellas) de vino. Porque tiene tela que este señor afirme que es posible ver una película ENTERITA en una pantalla de 3 pulgadas (por muy cerca de los ojos que te la pongas).
Me gustaría polemizar sobre la Tecnología.
La Vigi dice que es neutral y que el problema es el uso. Versus que nunca es neutral sino positiva o negativa en función del uso.
Yo creo que en el fondo se quiere expresar lo mismo: que el problema es el uso. Denominarla neutral en el sentido de que tiene doble uso (positivo/negativo)creo que es válido pues el que elige que sea positiva o negativa es el usuario.
Lo que nunca es neutral es la generación de la tecnología (el famoso I+D). Ya me gustaría que nuestras universidades o el CSIC desarrollaran tecnologías en defensa de la privacidad para compensar mínimamente las que desarrollan las empresas del mercado policial-militar. Además, quizás no sería mal negocio.