Joseph Stiglitz, santo de mi devoción, lo tiene claro: nada de salvar el culo a los banqueros y sus accionistas responsables de despeñar las instituciones que presiden / les pertenecen. Nada de «cash for trash». Hay que limpiar los bancos, sí, pero antes de ello hay que seguir el modelo escandinavo de los 90 y nacionalizarlos.
Aduce, como buen economista hasta la médula, los incentivos. Si el motivo para haberse comportado como si estuviesen en un casino de Las Vegas ha sido «maximizar el valor (a cortíiiiiisimo plazo) ofrecido a los accionistas» para poder llevarse unos bonus de la hostia, si cuando revienta todo por haber arriesgado demasiado no sufren nada de nada, ¿qué puede empujar a un ejecutivo de alto nivel a dejar de tomar decisiones que tan nefastas han resultado para el medio y largo plazo?