Lunes, 9 am. Abro una carta de Motorola en la que me informan que su filial Symbol sufrió un ataque a sus sistemas informáticos y que mis datos personales y de tarjeta de crédito fueron robados en 2006. La tarjeta de crédito caducaba en 2005 así que no hubo problema con eso. Supongo que algo del spam que recibo diariamente sí tiene algo que ver con que mi nombre y correo electrónico pululen por ahí.
Martes, 2pm. Recibo un email de Recursos Humanos pidiéndome que rellene una encuesta «para un proveedor de servicio de confianza». Lo primero que me preguntan, nombre, edad, sexo, estado civil, correo electrónico. Lo segundo, si como carne y si compro en el super y si pago con tarjeta de crédito. Se me activa el sentido arácnido «vigi». Le escribo un email a la directora de Recursos Humanos exigiendo que nos haga llegar a todos los empleados que debemos rellenar la encuesta la política de privacidad de esa empresa y el uso que se le va a dar a tales datos. Prácticamente me llaman loca, está claro que esa señora no tiene ni idea de las implicaciones de lo que nos ha pedido hacer, claro que a ella no le llegó una carta el día anterior diciéndole que le han robado los datos personales cedidos a una empresa de confianza a través de su página Web. Conclusión: de la promoción ya me puedo ir olvidando 😉
Jueves, 10 pm. Organizamos una pequeña cena de cumpleaños a una amiga en casa. Tras hacer unas cuantas fotos, nuestra amiga nos pide permiso para colgar las fotos en Facebook. ¡Todo un detalle!
Es curioso como estas tres situaciones hace 10 años serían tan ajenas a nuestro día a día como entrar en contacto con los alienígenas, mientras que a mí me sucedieron todas ellas en el transcurso de una semana.
> nuestra amiga nos pide permiso para colgar las fotos en Facebook
¿Qué hicistes? ¿se lo diste? ¿Sin haberlas visto antes?
Personalmente, una buenísima forma de compartir fotos de encuentros así es Rapidshare o servicios parecidos. En teoría está a disposición de todo el mundo, pero nadie sabe que están si no les das la dirección… la distribuyes a quien quieras por correo electrónico, que lo tiene (casi) todo el mundo, no como el Facebook (todavía quedamos algunos que resistimos ahora y siempre al invasor)
> Martes, 2pm. Recibo un email (…)
Me parece gravísimo que los RRHH de una empresa entre al trapo con eso y que encima se indignen porque les exijas la condiciones de privacidad ¡Qué menos que las den! ¿Tan poco respeto tienen por los datos de sus empleados? En fin…
> Lunes, 9 am. Abro una carta (…)
Para que luego digan eso de que «No te preocupes, que esos datos privados sólo los va a tener el gobierno» (no es este el caso, pero me da lo mismo)… Tengo dos respuestas: «Precisamente por eso» y «Hasta que se los quiten».
Fotos:
Bueno, las fotos las vi antes de dar el permiso, y puesto que eran tan simples como tres amigas totalmente sobrias posando frente a un plato de canelones, no me pareció conveniente negárselo.
Yo no publico mis fotos ni en flickr ni en ningún sitio. Soy antigua y mando una versión «reducida» por correo electrónico a mis 4 amigos y familiares interesados. Conozco Rapidshare, es una muy buena opción si tuviese que compartir fotos, videos etc. con alguien, pero de momento no se me ha dado el caso.
Lo de RRHH gravísimo pero así. Por lo general somos muy pocos, menores de 40 y «de ciencias» los que comprendemos las implicaciones de esa petición de la de RRHH.
Lo de la carta… pues una chapuza de Symbol/Motorola. Porque lo que es seguro es que montones de datos se pierden/traspapelan/roban constantemente. Lo que llega a titular de periódico es la punta del iceberg.
Saludos 🙂
Bueno, hay gente que te pide permiso…eso está bien…pero si se lo niegas, da igual, irremediablemente te suben a Facebook…porque total si te das de alta es cómo puedes enterarte de si alguien sube una foto tuya en cuanto te «taggea»…no, si al final, hay que mancillar nuestra privacidad para poder protegerla…si tienes tiempo
Muy buena reflexión «deincognito». Es una paradoja en toda la regla.
> no, si al final, hay que mancillar nuestra privacidad para poder protegerla
O aplicar la técnica del avestruz o del «Ojos que no ven, corazón que no siente». A mí me pasa con las fotos: si no las veo en las que estoy ridículo, no me molestan (aunque las hayan visto todos los demas y sepa que existen) Quizás es un recurso estúpido, pero casi me da igual qué fotos suban de mi en facebook porque no las voy a ver.
La Pantoja tiene que cuidarse, porque si sale de un restaurante borracha, seguro que al día siguiente salen imágenes «chungas» de ella en la tele. La Pantoja se tiene que «comportar».
Ahora nosotros nos tenemos que comportar «diferente» en público porque cualquiera nos puede fotografiar, subir al Facebook y «taggear». De repente hemos dejado de ser anónimos, cortesía del «narrowcasting» en su vertiente más habitual: que alguien abra el google / facebook / lo que sea y busque tu nombre.
Es el Panóptico de Bentham en toda la regla: El hecho de saber que te pueden estar observando modifica tu comportamiento. Esto no es más ni menos que la limitación de tu libertad.
«Yo no hago cosas malas, nada de lo que me tenga que esconder» es la respuesta más habitual a esa reflexión. Oh, really? El domingo cuando vas a ver a tus padres y estás en el ascensor con tu pareja, ¿le das un beso? ¿es eso malo? Y si sabes que hay una cámara de seguridad instalada y que el presidente de la comunidad, el baboso vecino del tercero, tiene acceso a las grabaciones, ¿seguirás dándole ese beso?
Todavía queda gente con cordura y respeto. Pensé que se habían extinguido… Cuida muy bien a esa amiga. 😀
La cuidaré, Óscar, no te preocupes 🙂
Hoy ha aparecido una foto en el periodico de mi ciudad. En la que sale mi coche en un articulo sobre las drogas que hay cerca de los institutos y el caso es que mi coche es tuning. En la foto aparece mi coche entre unos jovenes y la policia nacional, apareciendo claramente la matricula y dando la clara impresion que mi coche fuera el de un camello de la zona. Alguien sabe que podria hacer al respecto?? Gracias