El nuevo traje del emperador, enésima versión

Erase una vez un emperador muy presumido. Un día llegó a la corte un mercader con una colección de ricas sedas. Tras mostrarle los más bellos bordados, le susurró al oído que todavía no le había mostrado la tela más majestuosa y especial, pues solo podían apreciar sus cualidades las personas verdaderamente inteligentes.

A los ojos del emperador, allí estaba el mercader, con el gesto de sostener una pesada pieza de tela… inexistente. El emperador, orgulloso como era, no quiso que su corte se llevase la impresión de que quizás no era tan inteligente como sus súbditos suponían, así que exclamó:

– ¡Maravilloso! ¡Háganme un traje con esa tela! La quiero lucir para la fiesta mayor del reino.

Un frío día de febrero, el emperador hizo como si cogiese el vestido que sus sastres le tendían, hizo como si se lo pusiese, y desnudo como llegó al mundo montó en su elegante corcel y comenzó a recorrer las calles de la capital del reino.

La gente comenzó a rugir, «¡qué bello el nuevo traje del emperador!»

Un niño levantó la voz, ¡pero si está desnudo!

Los servicios secretos neutralizaron al elemento subversivo, del cual nunca más se supo.

El emperador pilló una pulmonía, y poco después, murió.

Un comentario sobre “El nuevo traje del emperador, enésima versión”

  1. Santiago Niño es un poco pesimista. Ayer mismo quede con el Pululante para cuando llegaran tiempos mejores:el 2017.
    Vayan comprando tirantes para los pantalones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.