Desde hace años sabemos que si cruzas la frontera con Francia con software que permita encriptación fuerte (a partir de 256 bits), los gendarmes te pueden aplicar la ley antiterrorista. Son cosas que pasan cuando tecnología y sociedad no van en sincronía. En España este asunto no se había tratado… hasta ahora, ya que se ha hecho público que ETA utiliza PGP (por sus siglas en inglés «pretty good privacy») para cifrar sus mensajes.
Arnau Fuentes publica un excelente post en el cual explica, con pelos y señales, por qué no hay que confundir la velocidad con el tocino, y para ello nada mejor que acudir a las fuentes-fuentes, por ejemplo al legado escrito del señor Zimmermann, co-inventor de PGP. Os copio un extracto (cita de Zimmermann) que va al meollo del asunto, pero os recomiendo que si tenéis cinco minutos libres en todo el día, no leáis las chorradas que publique yo hoy y mejor los destinéis a leer el post de Arnau.
Si la privacidad está fuera de la ley, sólo los que están fuera de la ley tendrán privacidad. Las agencias de inteligencia tienen acceso a una buena tecnología criptográfica. Así como los grandes traficantes de armas y de drogas. También los contratistas de defensa, las compañías petrolíferas y otras corporaciones gigantes. Pero la mayoría de la gente corriente, y de las organizaciones políticas de la oposición no tenían acceso a tecnología criptográfica militar de clave pública. Hasta ahora.