A través del Gadgetoblog llegamos a un interesantísimo artículo de Scientific American que narra la experiencia de un investigador de Microsoft, Gordon Bell, en su empeño por registrar digitalmente todos los aspectos de su vida.
Esta idea no es nueva en absoluto. De hecho, ella es la inspiración tanto del bisabuelo como del abuelo de la World Wide Web (Vannevar Bush y su Memex por un lado, y Ted Nelson y el hipertexto por el otro). Ambos científicos buscaban una manera de recopilar las memorias de una persona y organizarlas de una manera similar a cómo funciona la mente, en especial cómo relaciona ésta los pedacitos de información que son nuestras vivencias. Hasta muy recientemente todo esto eran ideas sin aplicación (con la honrosa excepción de la World Wide Web) debido a imposibilidades técnicas de almacenaje y captura. Pero hoy en día, con el precio del Terabyte rondando los 600 dólares, y con los avances en dispositivos móviles, se acerca la hora de la verdad para este concepto.
Bueno, pues en el 2001 Microsoft lanzó el proyecto MyLifeBits para proporcionar a Gordon Bell las herramientas tecnológicas que le permitieran recoger y utilizar de manera efectiva todo ese marasmo de información. No es poca cosa: Se registran todas sus llamadas telefónicas, de fijo y de móvil. Se registran todos los emails, conversaciones de mensajería instantánea y páginas Web visitadas. Además, gracias a un GPS y una cámara muy inteligente (la SenseCam), se toman fotografías de todas las personas con las que se encuentra Gordon y las etiqueta automáticamente con día, hora, y ubicación exacta. La cámara dispone de sensores de calor que adivinan si se acerca alguien, o si Gordon cambia de estancia, y en ese preciso momento, ¡foto! También se pueden capturar bajo demanda (o sea, hacer una foto como el resto de los mortales solemos hacer). Gordon además va «cableado» y un montón de sensores capturan sus constantes vitales 24 horas al día.
Los retos técnicos para poder utilizar todo esto son muchos: uno de ellos, el marcaje con metadatos de cada uno de los objetos registrados, para hacer al menos posible la búsqueda entre tanta información para los objetos que no son de texto. El reconocimiento facial también, para que no sea pesado etiquetar tanta foto con el nombre de quien aparece en ella. Otro, la transcripción del lenguaje natural para poder buscar dentro de conversaciones habladas. Y finalmente la aplicación de inteligencia artificial para construir un agente inteligente capaz de gestionar toda esta información de manera útil para la persona cuya vida está siendo registrada.
De los retos filosóficos y de profilaxis se habla poco, la verdad. A mí se me ocurren unos cuantos relacionados con la privacidad. Porque cuando algo se digitaliza, intentar que este algo no se distribuya por la red de redes, Internet, es como ponerle puertas al campo, y no hay encriptación suficientemente fuerte o cortafuegos suficientemente alto que lo evite. Los autores dicen que esto en realidad se soluciona con «interfaces de usuario mejoradas». Siendo investigadores de Microsoft me pregunto, ¿acaso van a añadir una ventanita que diga «¿está seguro de que está seguro?», o qué? Hablan un poquito de que a algunas personas no les gustaría que ciertos datos de su vida se utilizasen en su contra en algún proceso legal, y para eso proponen un «offshore data storage account», o sea, «una cuenta de almacenamiento en un paraíso fiscal». Qué mal huele y qué enfoque más chapuzas para un problema de concepto importante, ¿verdad? También se habla de los conflictos de propiedad intelectual en los datos grabados (por ejemplo si grabas lo que te pasa mientras estás en el trabajo. De lo que pasa si te metes con una cámara en el cine no hablan, pero es lo mismo). Para esto proponen un proceso que haga «lobotomías parciales», a lo mejor usando el GPS para saber que en el trabajo (o en el cine) no se tiene que grabar. Solo de oirlo se me pone la piel de gallina. ¿lobotomías parciales? Ojalá y no se enteren en mi trabajo, ¡¡¡igual se les ocurre hacerme «lobotomías parciales» de mi único disco duro integrado, «mi cerebro» cuando acabo la jornada laboral!!!
Cuando comencé a interesarme en esto de la privacidad, allá en el año 2004, ideas locas como estas, que debido al espectacular avance de las TIC se convertían en posibilidad, son las que no me dejaban dormir por la noche y las que me empujaron a hablar y hablar y hablar del tema. Conocer la existencia de estos proyectos, ya avanzados y con una financiación considerable, que tocan tan de refilón el tema de los debates éticos y filosóficos (o cuando los tocan es para banalizarlos), es lo que me empuja ahora a querer dejar de hablar (o solamente de hablar) y pasar, yo también, aunque con muchos menos medios, a la acción.