Estaba yo a punto de aceptar la Beta del nuevo servicio de correo electrónico en web de Microsoft (tengo cuenta de hotmail desde ANTES que Microsoft lo comprara, ¿qué pasa?) y como es habitual me miré la cláusula de privacidad.
Aparece el logotipo de TRUSTe, organización valedora de los derechos de los cibernautas en cuanto al uso de sus datos personales, del cual hemos hablado aquí recientemente.
Pasó hace unos meses en Malaisia. Al propietario de un flamante Mercedes clase S le cortaron el dedo para poder activar el contacto biométrico sin tener que mantenerle rehén (y darle de comer) cada vez que el «nuevo dueño» quisiera darse una vueltecita.
Por suerte, esta empresa permite consultar la política de privacidad sin tener que registrarse antes.
Lo interesante que encontré, es que esta empresa se acoge a las prácticas que aconseja TRUSTe.
«Pay By Touch is a licensee of the TRUSTe Privacy Program. TRUSTe is an independent, non-profit organization whose mission is to build users’ trust and confidence in the Internet by promoting the use of fair information practices. This privacy statement covers the site [www.paybytouch.com]. Because this web site wants to demonstrate its commitment to your privacy, it has agreed to disclose its information practices and have its privacy practices reviewed for compliance by TRUSTe. «
En Business Week podemos leer este artículo sobre una empresa californiana que se dedica a los sistemas de identificación/autenticación biométricos, Pay by Touch.
Se dedican a sistemas de reconocimiento por huella dactilar, palma de la mano, e iris del ojo.
La empresa, que comenzó sus actividades en el 2002, ofrece unos resultados impresionantes: dos millones de personas utilizan el sistema, 2.000 establecimientos ofrecen a esos dos millones de personas la posibilidad de usar sus deditos como forma de identificación.
En el artículo mencionan los comentarios de la American Civil Liberties Union, cuyos integrantes se preocupan de la privacidad de los usuarios del sistema. Esta asociación no demoniza la tecnología, solamente indica que ésta va muy por delante de la ley, lo cual deja a la ciudadanía vulnerable al uso perverso (del gobierno o por empresas comerciales) que se quiera dar de los datos recolectados mediante (por ejemplo) los sistemas biométricos.
VeriSign es la empresa pionera en la emisión de certificados digitales, y además es la encargada de gestionar los dominios de Internet más importantes. Aunque solo fuera por eso, vale la pena leer la entrevista.
El titular me ha hecho pensar. El otro día un compañero en otro blog me decía que yo confundía autentificación con identificación. No digo que no, y no me extraña, porque ambos conceptos se están fusionando, si no no se comprende el titular, contundente: Hemos encontrado una manera eficaz de identificar a las personas en la Red.
Estaba claro. La tecnología corre más que las leyes, hecha la ley, hecha la trampa, etc etc.
Los que seguimos empeñados en conservar un derecho propio en las sociedades libres (o abiertas, como diría Karl Popper), que es el derecho a la privacidad y la confidencialidad de nuestras comunicaciones, vamos a tener que empezar a usar sistemas como el que nos indica Miguel Angel Nieto en su blog.
Se trata de Tor. Un sistema para navegar por la Web de manera anónima, usando encriptación, por supuesto, y un sistema distribuido, en el que la ley de Metcalfe aplica, es decir… cuanta más gente se apunte, mejor irá la cosa.
De momento podremos usarlo… pero la ley seguirá avanzando, y pasará como en Francia, que por tener un software de encriptación de 256 bits instalado en tu laptop, te pueden aplicar la ley antiterrorista.
Según este artículo de Stallman.com, el gurú del software libre nos invita a unirnos a un boycott de los libros de Harry Potter.
¿Por qué?
Pues porque algunos canadienses lograron comprar «por error» el último capítulo de la saga harripoteriana, y se les obligó desde la editorial (mediante orden judicial) que no los leyeran.
Es decir, prohibieron a unos canadienses que se leyeran un libro que habían comprado. ¿Para qué? Oh, pues porque todavía no había llegado la fecha de edición del libro en Canadá dictada por un inteligente departamento de marketing (supongo).
Lo mismo se dio en la comunidad hispanohablante – que a un pobre padre de familia argentino casi se le cae el pelo porque compró el libro en inglés y se lo tradujo a sus hijos (y colgó la traducción en Internet).
Los grandes grupos de la industria editorial y audiovisual no se enteran que están viviendo en un mundo nuevo y que sus ridículas restricciones basadas en criterios geográficos ya no tienen ningún ¡¡¡SEN-TI-DO!!!
Tecnologías de la información y la comunicación, libertad individual, derecho a la privacidad. ¿Cómo lograr que los avances en lo primero no afecten negativamente ni a lo segundo ni a lo tercero?