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Reino Unido: plan para crear «carnet de identidad virtual» que use identidad de Facebook (y otros servicios)

Desde hace muchos años, y pese a no tener un sistema de carnet de identidad nacional, la administración electrónica británica funciona muy bien de modo distribuido. En la era pre-Internet eran las oficinas de correos las que servían de ventanilla. En ellas podías (y sigues pudiendo) recoger el formulario adecuado al trámite que quieres realizar, lo rellenas, muestras al empleado de correos la documentación pertinente, él verifica que todo está en orden, y se realiza el envío por correo del papeleo. Yo lo usé bastante en los años 90 para cosas que van desde conseguir el carnet de conducir a registrar el coche a presentar la declaración de la renta y funcionaba como un reloj (incluso para ciudadanos de la UE no británicos).

Desde hace ya bastantes años está disponible el portal DirectGov, auténtica ventanilla electrónica única que funciona tan bien como su precursora analógica basada en la oficina de correos. Si tienes pasaporte o carnet de conducir, conseguir tus credenciales (nombre de usuario) es un sencillo proceso online. Si no dispones de dichos documentos bastará una visita a la oficina de correos de tu pueblo para obtenerlo. Y a partir de entonces todos los trámites burocráticos que te puedas imaginar pueden realizarse desde casa.

Por eso me ha llamado mucho la atención (negativamente) esta noticia en The Independent: Acaban de lanzar un programa de creación de «carnet de identidad virtual«, que en realidad no es más que delegar el servicio de autenticación en redes sociales populares como Facebook o en el portal de proveedores de servicio muy implantados como British Telecom.

Una de las razones del gobierno para impulsar este programa: «evitar que la gente se canse de recordar contraseñas», lo cual se considera una gran «barrera de entrada» a usar DirectGov.

Mi opinión, en inglés de Charles Dickens: «Humbug!» (¡paparruchas!)

¿Cuál pensáis que sea el motivo real para este programa? ¿Y cuáles los principales riesgos inherentes a dicha medida?

Adiós a Feevy

Vía Las Indias me entero que BBVA elimina su servicio Feevy el 20 de julio. Si sois habituales de este blog, notaréis la parte derecha de la pantalla inusualmente pobre y vacía. Ahí es donde aparecía mi Feevy, con los últimos mensajes de mis blogs de referencia.

Recientemente en breves de la vigi copiaba y pegaba lo siguiente (de Jaron Lanier):

“The only hope for social networking sites from a business point of view is for a magic formula to appear in which some method of violating privacy and dignity becomes acceptable”.

(La única esperanza que tienen las redes sociales desde un punto de vista de negocio es que aparezca una fórmula mágica que haga que la violación de la privacidad y la dignidad se convierta en algo aceptable).

Vamos, que el modelo de negocio de los servicios Web gratuitos no existe más allá de la venta de datos personales, atascarte de anuncios. Y como se ve recientemente que esto no da los resultados esperados, éstos van a desaparecer en masa. Es sintomático que uno de los primeros en eliminar estos servicios gratuitos sea precisamente un banco, están el el ojo del huracán (por razones obvias) y tienen que sanear y cortar donde pueden.

Un motivo más para apostar por soluciones de software libre y autogestionadas. Cada vez más vale la pena ser autosuficiente.

¿Usas LinkedIn para iPhone? Mala idea. Envía datos de la agenda a sus servidores

Vía Versvs me encuentro con esta perla: investigadores de Tel Aviv descubren que la aplicación para iOS de LinkedIn accede a la agenda y envía información de las reuniones a sus servidores.

La noticia ha llegado a la sección «noticias del día» de la versión Web de la aplicación social en cuestión.

A mí la verdad me daría vergüenza.

DuckDuckGo, en la lista de 50 Websites de Times 2011: el respeto a la privacidad aporta valor empresarial

Buscando DuckDuckGo en el buscador DuckDuckGo
Estoy encantada utilizando el meta/híbrido-buscador DuckDuckGo. Integra resultados propios con los de otros buscadores (Yahoo!), con otras fuentes de datos (Wikipedia, Yelp, The Free Dictionary -éste último es mi favorito-) y hace un cierto análisis semántico. Lo mejor: de nuevo un espacio de trabajo diáfano sin tanta porquería ni publicidad, y una política de privacidad clara que garantiza anonimato de las búsquedas y permite un control fuerte de la configuración del buscador.

Este último motivo ha sido decisivo para la inclusión de DuckDuckGo en la lista de los 50 mejores sitios Web que realiza anualmente la revista Time.

Quizás sí estamos tomando consciencia de que Google no es gratis: lo pagamos con terabytes de información personal.

Hoy es el último día para borrar tu historial de búsquedas Web en Google

Google is evil
Hace unas semanas Google declaró su intención de cruzar todos los datos que tienen sobre ti. Todos. Hasta la fecha tu historial de búsquedas estaba totalmente segregado del resto de productos de la compañía, como YouTube, Gmail, Google Docs, etc. A partir del 1 de marzo de 2012, esta barrera caerá.

Leemos en SlashDot que hoy es el último día en el cual podemos usar la funcionalidad que ofrece el buscador de Google para borrar nuestro historial de búsquedas y deshabilitar la opción de que se guarde dicho historial.

La Electronic Frontier Foundation ha publicado unas instrucciones sencillas sobre cómo hacerlo.

Son verdaderamente fáciles de seguir. Ahí va la versión en español:

  1. Haz login con tu cuenta de Google en cualquiera de sus servicios.
  2. Visita esta dirección: https://www.google.com/history.
  3. Haz click en «Borrar todo el historial Web».

Tomen cinco minutos de su tiempo y háganlo como que ya. Vale la pena.

Se acabó el juego. Facebook va a implementar publicidad como jamás la haya soñado nadie

http://tenacioso.files.wordpress.com/2009/11/facebook-tshirt.jpg
Ayer comenté en mis breves que Facebook está mostrando a sus usuarios un mensaje sobre su fuente de ingresos: la publicidad. ¿Por qué ahora? Pues porque van a salir a bolsa en el 2012, porque tendrán juntas de accionistas ante las cuales defender una cuenta de resultados tangibles, nada que ver con rondas de financiación ni alimentar el «hype». En Facebook se van a poner en esto de la publicidad en serio. Quieren cambiar totalmente cómo funciona ésta en Internet (es bastante poco efectiva, los mercadólogos llevan dos décadas intentando acertar el modelo que funcione) y para ello van a usar a fondo hasta el último dato que tienen sobre ti. Y vaya si saben cosas. No solo las que los usuarios han cedido gustosamente a cambio de unos minutos de entretenimiento y chafardeo. Zuckerberg es astuto, muy astuto, y crea información de cada miguita de rastro digital que dejamos.

Por lo que leemos, ríete del product placement en las películas y series de la tele (esa lata de Coca-Cola en primer plano, ese MacBook, el teléfono Nokia haciendo sonar su melodía sin parar, ese Aston Martin im-prezionante, ese Rolex del espía-protagonista de turno…). Ahora serán elementos del timeline de tus amigos, con su sonriente cara y todo, los que darán contexto a la nueva publicidad en Facebook.

Más información, en BetaBeat (en inglés). Vía un Tweet de Félix Haro.

José Vicente Lucas probablemente tiene tus datos personales. Y nos debe 5 millones de euros

Leemos en El País que un «investigador judicial» llamado José Vicente Lucas lleva años recopilando información personal de residentes en España. Ha amasado un fichero de 36 millones de personas que a su vez vende a terceros. La Agencia Española de Protección de Datos ya le ha puesto multas que suman un total de 5 millones de euros.

Este tipo cobra 250 euros al mes por ordenador con acceso a dicho fichero, o 1.400 € por un acceso tipo «tarifa plana». Y su negocio sigue funcionando a pesar de las sanciones pendientes.

Alucinante.

Asimetría de información en el «mercado» de los datos personales

Naranjas, limas y limones [Fuente: http://vidasana.lapipadelindio.com/belleza/remedio-casero-pieles-grasas]

¡Los limones de Akerlof cabalgan a sus anchas en el «mercado» de los datos personales!

Mediante esta frase afirmo que en la actualidad existe un mercadeo de datos personales, pero no me refiero a ese mercado alegal mediante el cual ciertos proveedores de servicio en Internet / páginas Web / comercios / compañías de marketing compravenden listados con la información personal de cientos de miles de personas para llevar a cabo actividades que van del spam más salvaje a una mucho menos visible minería de datos que permita analizar a profundidad los posibles compradores (segmentación, etc etc.). No. Me refiero a algo más próximo a nosotros, una actividad que realmente es cotidiana para los ciudadanos: el intercambio entre proveedor de servicios (una tienda, un sitio Web, incluso el Estado…) que «adquiere» información nuestra, y nosotros, que «supuestamente» deberíamos obtener algo a cambio de esos datos que le hemos «vendido».

¿Y eso de los limones?

En 2001 el premio Nobel de economía fue otorgado a George Akerman, Michael Spence y el más popular Joseph Stiglitz. Los tres estudiaron los flujos de información en un mercado y determinaron que cuanto más libre era la información (es decir, más sabían comprador y vendedor sobre el objeto de su transacción), más eficiente era el mercado. Es decir, la asimetría de la información es algo a combatir si queremos mercados sanos y que funcionen bien. De modo popular, en el mundillo de los no economistas interesados en economía, a eso le llamamos «el mercado de los limones«, que es la metáfora que utilizó Akerlof para describir el fenómeno. Akerlof decía que existen mercados cuyo funcionamiento es subóptimo, y que uno de los hechos que definían esos mercados era que bien el comprador o el vendedor tenían una situación de ventaja en cuanto a la información de la que disponían. Es decir, no se sabe de antemano si el objeto de la transacción va a ser una naranja (dulce, bueno, positivo) o un limón (agrio, malo, negativo). Un ejemplo de dicho tipo de mercado donde el comprador sabe demasiado poco sería el de vehículos de ocasión (de segunda mano, usados). El comprador no tiene manera de saber si el motor del reluciente coche que compra se va a fundir apenas salga rodando el auto del concesionario. Otro ejemplo de limones, pero al revés, sería el mercado de seguros médicos. El vendedor, es decir, la aseguradora, no tiene manera de saber si ese jovencito de mejillas rosadas en realidad tiene un historial clínico familiar que le va a hacer proclive a necesitar cuidados médicos frecuentes y onerosos a partir de ya. ¿El resultado? Se compran muchos menos vehículos de ocasión de lo que sería lógico, y a un precio menor; las aseguradoras médicas cobran tarifas bastante altas «por si el paciente me sale limón». Todos salimos perjudicados por la situación.

Pues resulta que el mercado al que nos referimos (el mercadeo cotidiano de nuestra información personal cuando cedemos información a terceros -cuando usamos la tarjeta de los puntos del súper, cuando dejamos rastro en forma de historial de búsquedas, historial de navegación mediante cookies, cuando interactuamos con servicios en Internet, cuando participamos en el sorteo de una moto a cambio de rellenar un formulario…- ) es altamente asimétrico. El que recibe los datos sabe perfectamente lo que está «adquiriendo» y sabe qué paga a cambio (por ejemplo, una moto en el caso del sorteo). Pero el ciudadano muchas veces está ciego por partida doble: ni sabe lo que está «cediendo» (pregunten a cualquier lector de La Vanguardia si sabe que sus hábitos de lectura del diario están siendo transmitidos a Facebook y vean la cara de póker que le ponen), ni sabe lo que va a «recibir» a cambio. Normalmente no conocen lo negativo -pasar a formar parte de una base de datos que se puede usar para marketing telefónico directo, por ejemplo- y muchas veces tampoco lo positivo.

Es, como decimos, un mercado altamente asimétrico. Y si no lo fuese podría ser mucho mejor mercado. No solo por ser más «justo» para el ciudadano (dándole más control sobre la información que cede), también por ser más «rico» para el que adquiere los datos. Lean este artículo de KK* (aquí el original en inglés; aquí en español, cortesía del traductor automático Babelfish). En él se narra un probable escenario futuro en que, de modo mensual, los particulares recibimos un «resumen» de toda la información personal que hemos cedido voluntariamente, y un recuento de qué hemos recibido a cambio. La premisa del autor (que suscribo) es que todos ganan. Nosotros, en el ejemplo de KK*, un ordenador nuevo y una suscripción mensual al NYTimes. Los que adquieren nuestros datos, una información limpia, más completa, más pertinente, más procesable, sin sombra de ilegalidad… y una relación de confianza más cementada con nosotros, el cliente, que solo puede redundar en una actividad comercial más ética y provechosa.

¿Qué os parece la idea?

Facebook: un terráqueo, un perfil

facebook dislike

Hace unos días, alguien a quien seguía en el Google Reader compartió un post que linkaba a la «slide que le quitaba el sueño a Google» (si no doy crédito a esta persona es porque desde entonces Google ha eliminado la funcionalidad de compartir elementos de su Reader y no tengo manera de averiguar a quién debo el descubrimiento. ¡Una disculpa!). En ella se decía lo que no debería ser un secreto para nadie: que Facebook está acaparando el tiempo y la atención que los internautas dedican a Internet. Aquí hay un link a un post que comenta el estudio del que salió la información base para la slide de marras. En Brasil, el 18% del tiempo en Internet se dedica a Facebook. En el Reino Unido, es un 12%. Y el país con sesiones de Facebook más longevas es Singapur, con más de 30 minutos. La preocupación de Google es obvia: Facebook no es una página Web al uso, es estanca, y es en sus entrañas que sus spiders, monitorización, algoritmo y contratos de publicidad contextual se pierden irremediablemente. Un 18% de tiempo en Facebook significa un 18% menos de espacio abierto donde hacer dinero para Google. Y hay para preocuparse. Muchos pequeños negocios ya ni tienen página Web, o ésta se limita a una triste página estática con sus datos de contacto, y hacen su actividad online directamente en Facebook. Lo dicho: si se considera el dinero no ganado como ganado perdido, para Google, Facebook representa una sangría.

Normalmente no hablo de Facebook y los problemas de privacidad que se derivan por esta razón: si la gente decide donar a Mr Zuckerberg una cantidad ingente de información personal (fotos, contactos, ubicación, etc.), pues allá ellos, y honestamente, si Google deja de hacer dinero con su Google AdWords, me da absolutamente igual. Pero hay un área de Facebook mucho más oscura y preocupante. Han cruzado la frontera y ya se hacen notar allende sus muros.

Una de las maneras de sentir a Facebook fuera de Facebook es la multitud de servicios que integran funcionalidad social y para ello, en lugar de desarrollarla, deciden ir por el «best of breed» o «chico más listo de la clase»: Facebook (o Twitter). Si corres y usas RunKeeper, puedes darle a ese servicio tus datos de autenticación de Facebook y hacer que tus «logros atléticos» aparezcan en tu muro automáticamente. Lo mismo si estás cuidando lo que comes y usas The Eatery o MyFitnessPal. Y así en miles y miles de soluciones. Es una expansión de Facebook a otras áreas, pero no me resulta muy preocupante. «Santa Rita, Rita» sigue aplicando: es el usuario quien toma la decisión explícita de que su información en dichos servicios de ámbito más específico aparezca también en Facebook.

La vuelta de tuerca viene a través de Facebook Connect. Facebook muestra músculo y ofrece su sistema de autenticación (validación de usuario) a otros servicios. Esto de autenticar usuarios, cuando se trata de millones de ellos y con picos de actividad muy alta, no es algo tan sencillo como pareciere. No es tener una tablita de «usernames y passwords» y un script que compare éstos con lo que el usuario escribe en la ventanita de login. Facebook tiene un sistema a prueba de bombas y con su inciativa «Facebook Connect» brinda a otras empresas que lo usen para el proceso de validación de usuario. Un ejemplo muy notorio: Spotify (desde hace algunos meses, solamente puedes darte de alta en el servicio usando cuenta de Facebook; no se sabe cuánto tardarán en hacer esto obligatorio para las cuentas antiguas). ¿Implicación de esto? Pues que personas que tengan cero interés en exponer su vida en la galería de Facebook, si quieren usar Spotify tienen primero que crearse cuenta en Facebook. No pasa nada, si solo uso el Facebook para esto no hay problema. ¿No? Sigan leyendo…

La guinda del pastel es Facebook Like. Hace unos meses, un montón de sitios Web (periódicos, por ejemplo) incorporaron unos simpáticos botoncitos en sus artículos diciendo «Like». La idea es que personas que usan Facebook lo tengan más fácil para compartir con sus allegados lecturas y recursos que son de su interés. El problema viene en la traza que hace Facebook de las páginas que incorporan dicho botón (TANTO SI PULSAS EL BOTÓN LIKE O NO). Si tienes cuenta de Facebook y la has usado desde tu ordenador, es muy probable que tengas una cookie en el escritorio con tu nombre de usuario. Bien. Cuando visitas un artículo de La Vanguardia con botón Like, Facebook consulta esa cookie y se apunta que tú has leído ese artículo. Esto INCLUSO SI NO TIENES SESIÓN ABIERTA EN FACEBOOK EN ESE MOMENTO. Pero hay más todavía, amiguitos. Si tú no usas Facebook, no tienes cuenta ni nada de eso, al visitar un artículo de La Vanguardia con botón «Like» por primera vez, FACEBOOK TE CREA UNA COOKIE EN TU ORDENADOR, LE DA UN IDENTIFICADOR ÚNICO, y a partir de entonces APUNTA TU HISTORIAL DE VISITAS A ESE IDENTIFICADOR ÚNICO, con lo cual de facto TE ESTÁ CREANDO UN PERFIL CON TU ACTIVIDAD EN INTERNET (más en detalle, en inglés, en thinq_). Ya hay denuncias. Yo he encontrado información sobre una en California y otra en Alemania.

Facebook, eso que el común de los mortales consideran un divertimento sin más importancia, está consiguiendo algo que Google ni remotamente puede alcanzar, y que es lo que verdaderamente debería quitarles el sueño (desde luego, más que la estadística comentada al principio de este post). Lo uses o no, mientras utilices Internet, Facebook sabrá mucho, pero que mucho sobre tu vida digital. «Un terráqueo, un perfil de Facebook» es ya prácticamente una realidad.