Ahí va el último artículo que he escrito para el periódico quincenal mexicano El Azotador de Xochimilco.
LA EÑE EN INTERNET
El otro día escuché una reflexión interesante durante la conferencia de un periodista especializado en temas de tecnología: si bien hay muchos ingenieros que nunca han leído una obra de Shakespeare y muchos estudiosos de las letras que jamás han utilizado una computadora, es muy triste que, mientras los primeros nunca mencionan ese hecho, ya que lo consideran una carencia cultural, hay demasiados escritores, abogados y literatos que presumen de su ignorancia sobre ciencia y tecnología, sobre su analfabetismo digital, como si eso los hiciera más “cultos” (la verdad es que presumir de falta de conocimientos es simplemente cosa de estúpidos).
Al oír esas palabras no pude dejar de acordarme de la que hasta hace escasos meses fue la ministra de cultura en España, Carmen Calvo. Hace poco más de un año tuvo la brillante idea de comunicar a los medios de comunicación que, aprovechando la concesión del premio Príncipe de Asturias al fundador de Microsoft, Bill Gates, iba a pedirle “que pusiera el dominio de la eñe en Internet”. Cuando oí semejante afirmación no pude sino echarme las manos a la cabeza. Lo primero, porque Internet, que como ya bien saben nuestros lectores es una red de redes de computadoras, no es propiedad de Microsoft, por lo que poco podría hacer Bill Gates al respecto. Y lo segundo, porque “pedir el dominio de la eñe”, dicho así, no tiene ningún sentido. ¿Quería quizás la ministra que se creara www.ñ.com? (finalmente, Bill Gates ni siquiera se presentó para recoger su premio). Pensé que de nuevo la máxima responsable de la cultura en España demostraba su total desconocimiento sobre el invento más revolucionario en la transmisión de conocimiento y cultura de los últimos siglos, Internet, y que la cosa no pasaría de ser un desafortunado titular en prensa.
Cuál fue mi sorpresa a principios de octubre de este año cuando el gobierno español anunció que a partir de entonces se podía usar la letra eñe en los nombres de dominio de Internet, y que esto iba a ser un hecho determinante para el avance de la Sociedad de la Información para los países de habla hispana. La prensa española se llenó por un día de titulares optimistas, la noticia suponía un gran impulso para la lengua y la cultura española. El director de la Real Academia de la Lengua, Víctor de la Concha, exclamó que “era un gran paso para el español” que nuestra lengua pudiera tener presencia en Internet. Los medios de comunicación mexicanos y argentinos también se hicieron eco de la noticia en términos similares. Seguro que ustedes también han oído hablar del tema.
Pues bien: Decir que el español no estaba en Internet hasta octubre del 2007 es una grandísima tontería. Desde mucho antes existen miles y miles de páginas Web en español, y todas ellas contienen palabras perfectamente escritas, con sus eñes, con sus acentos. Millones de personas leemos las versiones digitales de nuestros periódicos favoritos. En perfecto español se venden todo tipo de artículos por Internet. Cada día nos mandamos correos electrónicos por Internet en nuestro idioma. Quien estas líneas escribe publicó su primera página Web hace más de 12 años, y lo hizo con las eñes, con las diéresis, con los acentos que tocaban en las palabras empleadas.
Esta reforma que nos intentan hacer creer que es tan novedosa, rompedora y sin la cual el español no tiene futuro en la Red, solamente afecta a las direcciones Web (o nombres de dominio). La dirección de una página Web es el nombre que usamos para acceder a una Web determinada. La tan cacareada noticia solamente nos dice que ya se pueden usar caracteres especiales en estas direcciones. Gentileza del gobierno de España.
La verdad es que poco o nada tiene que ver el gobierno de Zapatero en este asunto. Resulta que desde hace ya varios años el organismo supranacional que se encarga de controlar estos nombres de dominios, el único organismo que ejerce un cierto control sobre Internet, el ICANN, está trabajando para garantizar la multiculturalidad y plurilingüismo de un medio como Internet, que nace con una auténtica vocación de universalidad y que no quiere que haya naciones que se queden fuera de ella por problemas de idioma. Como ustedes bien saben, nosotros, como los anglosajones, utilizamos el alfabeto latino, con la diferencia de que además contamos con un pequeño número de letras “especiales” (como son la ya famosa eñe y las vocales acentuadas o con diéresis). Pero hay muchísimos idiomas que no se escriben con nuestro alfabeto. Los rusos utilizan el alfabeto cirílico, que como el nuestro, también deriva del griego. Los griegos, como pueden imaginar, utilizan el suyo propio. Los árabes usan un espléndido y artístico alfabeto, que aunque se parezca, nada tiene que ver con el persa. En India utilizan hasta ¡¡diecisiete!! alfabetos diferentes para los más de 100 idiomas que se hablan en dicho país. Y los chinos en realidad hablan multitud de idiomas incomprensibles entre sí cuyo único nexo común es la escritura, no basada en un alfabeto, ya que cada palabra se representa por un pictograma (dibujo) diferente. Pues bien, en el 2004 el ICANN se puso manos a la obra en una reforma a la manera en que se asignan y se registran los nombres de domino (direcciones Web) para poder utilizar letras correspondientes a muchos de los alfabetos utilizados en el mundo. Incluir la eñe y nuestros acentos fue resultado de esta reforma. El esfuerzo, pues, lo realizaron científicos y técnicos de la comunidad internacional, no un grupo de políticos.
Además, el gobierno español tampoco fue el primero en poner en la práctica esta nueva posibilidad de uso de la eñe. Fue el gobierno chileno quien, en 2005, puso a la disposición del público los dominios con caracteres especiales. Y ya para rematarlo, poner a tu página Web un nombre con eñe es condenarla a que solamente la puedan conocer personas que disponen de una computadora con la letra eñe en el teclado. Recuerden que nadie en EU, en Inglaterra, Francia, Alemania, China, Brasil, etc. dispone de esa letra en su computadora. Y además, les digo que este asunto de la eñe no acaba de funcionar bien. Intenten acceder a www.españa.es. Aunque la página existe, yo todavía no he podido verla. La belleza de Internet, lo hemos dicho muchas veces en el Azotador, es que permite que la información fluya a todos los rincones del planeta. Les sorprendería conocer, por ejemplo, el origen de las visitas a la Web de El Azotador. La gran mayoría son habitantes del Valle de México, pero también hay muchas personas de otros lugares, incluso países, que buscando información sobre Xochimilco han leído hasta estas páginas. ¿Tendría algún sentido negarles el acceso solo por poner una eñe en la dirección Web?
Lo triste del caso es que muchas personas de verdad se han creído que esto de la eñe es un asunto crucial para el desarrollo de la Sociedad de la Información. Podían haberse gastado el dinero de la campaña mediática de la eñe en apoyar los programas de alfabetización digital. Pero en España ya se ha entrado en la precampaña electoral y se prefieren los golpes de efecto electoralistas.